Palabras de espiritualidad

Actualmente, las personas sólo quieren ser amadas y por eso fracasan

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

La misericordia que viene de Dios debemos reproducirla con nuestros semejantes.

El anciano Porfirio aconsejaba relacionarnos con los demás llenos de mansedumbre, sin severidad. Para esto, ponía el siguiente ejemplo:

—Si debes decirle a alguien que miente, no utilices esas palabras exactas, porque se sentirá ofendido y te rebatirá. Lo que debes hacer es decirle que no está necesariamente en lo correcto. El arma más eficiente para nuestra salvación es la indulgencia. La misericordia que viene de Dios debemos reproducirla con nuestros semejantes.

¿Debo practicar la caridad todo el tiempo, Padre? Es decir, ¿debo ayudar materialmente a quienes lo necesitan? Se lo pregunto porque, como Usted sabe, mi situación no es necesariamente una holgada.

—Cuando puedas, hazlo. Pero también ayúdalos con tu presencia, escuchándolos cuando sientan la necesidad de contarte sus problemas y aflicciones, acompañándolos para que no se sientan solos.

Un día, triste porque ciertas personas parecían indiferentes ante el amor que les ofrecía, le pedí consejo al anciano. Y me dijo:

—Actualmente, las personas sólo quieren ser amadas. Por eso fracasan. Lo correcto es que no te importe si los demás te aman, mientras tú les sigues amando, al igual que a Cristo. Sólo esto enriquecerá tu alma.

(Traducido de: Părintele Porfirie Kafsokalivitul, Antologie de sfaturi şi îndrumări, Editura Bunavestire, Bacău, pp. 30-31)