Palabras de espiritualidad

Acudiendo a la iglesia como a un hospital de almas

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

"La iglesia es el hospital de almas... y es necesario acudir a ella de la misma forma en que corremos al sanatorio para recibir los medicamentos que nuestras heridas requieren”.

Los cristianos deben asistir con frecuencia a la iglesia, porque esta es un hospital general que sana a todos los pecadores que son heridos por el maligno.

Luego, de la misma forma en que los heridos se ven forzados a buscar un médico para que los sane y se libren de morir, también muchos cristianos que son heridos por las pasiones y los pecados se hallan en el terrible trance de correr al hospital de la iglesia, para mostrarle sus heridas al confesor y recibir de éste los remedios más adecuados.

Porque, si finalmente no se deciden a asistir, esas heridas empezarán a descomponerse, provocándoles la muerte espiritual y eterna. Por eso fue San Juan Crisóstomo dijo: “Porque esta casa es un hospital espiritual, para que aquí podamos sanar las heridas que traemos de afuera”. Y: “La iglesia es el hospital de almas... y es necesario acudir a ella de la misma forma en que corremos al sanatorio para recibir los medicamentos que nuestras heridas requieren”.

Por esto, también nuestro Señor llamó hospital o albergue a la iglesia, en la parábola de aquel hombre que fue asaltado por malhechores (Lucas 10, 34), que puede interpretarse así:

El hombre es Adán y cualquier otro pecador; Jerusalén, de donde proviene, es el Paraíso y la virtud; Jericó es el mundo y el pecado; los maleantes son los demonios; las heridas, las pasiones; el samaritano, Cristo; el aceite y el vino son el amor a los demás y la justicia; la cabalgadura del samaritano es la Encarnación de nuestro Señor; la posada es la Iglesia; el que cuidó al herido es Pablo, los demás Apóstoles y los seguidores de los Apóstoles, los jerarcas y los sacerdotes... y los dos denarios son el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento.

(Traducido de: Sfântul Nicodim Aghioritul, Hristoitia - bunul moral al creștinilor, Editura Bunavestire, 1997, p. 501)