Nosotros, los cristianos, somos discípulos de aquellos que dieron su vida por la fe. Y si no contamos ya con esa oportunidad de ofrendar nuestra sangre, hagamos un sacrificio diferente. ¿Cómo? Quienes asisten el domingo a la iglesia practican este nuevo sacrificio. Es decir, dejan todo para poder asistir a la iglesia. Nadie les cortará la cabeza, nadie les torturará... pero estarán haciendo un pequeño sacrificio. Lo importante es asistir, permanecer atentos, cantar y escuchar lo que allí se enseña.

Entendamos que con esta oblación nos hacemos partícipes del Reino de Dios. ¡El secreto, lo importante es conservar esa forma de vida en Dios!

(Traducido de: Preot Nicolae Tănase, Să nu-L răstignim iarăşi pe Hristos, Editura Agaton, Făgăraș, 2011, p. 78)