Palabras de espiritualidad

¿Aún somos capaces de reconocer lo bello?

    • Foto: Stefan Cojocariu

      Foto: Stefan Cojocariu

Translation and adaptation:

Debemos pensar bellamente, porque todas las acciones nacen en la mente. Un hombre con ideas hermosas y sanas actuará siempre correctamente.

El mundo fue creado por Dios y tiene sus bellezas. El hombre es el ícono de Cristo y tiene su propia dignidad. En este sentido, un padre contemporáneo utiliza una parábola, “Si le preguntaras a una mosca”:

¿Hay flores en este lugar?

Y ella te responderá:

No lo sé. Lo que sé es que allá abajo, en la fosa, hay latas de conserva, basura, suciedad.

Y te enumerará todos los desechos que ha conocido.

Sin embargo, si le preguntas a una abeja:

¿Sabes si hay algo de basura en este sitio?

Ella te responderá:

¿Basura? No, no la he visto. Aquí todo está lleno de flores perfumadas.

Y te hará un listado enorme de flores silvestres y de jardín.

Como puedes ver, la mosca sabe solamente en dónde hay desechos, en tanto que la abeja sabe que allí hay un lirio, más lejos un geranio...

Lo que quiero decir con todo esto es que no debemos detenernos en la basura, sino buscar las flores. No nos contentemos con vivir en el fango, sino que aspiremos a cosas más elevadas. Claro, esto requiere de un enorme heroísmo. El obispo Juan Suciu, quien muriera en (las prisiones del régimen comunista rumano en) Sighet, decía: “Quisiera transformar todo el polvo de estrellas en lenguas de fuego, las plateadas arenas del mar en bocas que griten y todas las heridas de los hombres en labios que hablen, porque quiero clamar —con la resonancia de una impetuosa campana—, para alcanzar las profundidades de tu alma y despertarla debajo de tantas capas de indiferencia, de ese envoltorio de comodidad que ha ido cubriendo la vida de tu juventud: ¡Deja atrás los pueriles paños y alístate con hombría para el llamado a vivir con heroísmo”.

Para vivir bellamente debemos, en primer lugar, pensar bellamente. Debemos pensar bellamente, porque todas las acciones nacen en la mente. Un hombre con ideas hermosas y sanas actuará siempre correctamente. Y no olvidemos aquella antigua aserción: las ideas son lo que conduce al mundo.

(Traducido de: Î.P.S. Andrei Andreicuț – arhiepiscop al Alba Iuliei, Mai putem trăi frumos?, Editura Reîntrgirea, pp. 8-9)