Palabras de espiritualidad

Cada tentación nos puede causar un gran beneficio

    • Foto: Stefan Cojocariu

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Translation and adaptation:

Tal como el orfebre mete el oro al horno y lo deja ahí hasta que se purifica, también Dios deja las almas en el horno de los sufrimientos hasta que estas alcanzan la pureza.

Cada tentación, cada aflicción, cada ataque del demonio, si somos atentos y tenemos paciencia, nos pueden generar un enorme provecho. ¡Con qué furia tan grande el enemigo atacó a Job!  ¿Y cuál fue el daño que le causó? Ninguno. Al contrario, le trajo una santidad más grande y una gloria aún más refulgente.

Cuando estamos atentos, el demonio no nos puede dañar. Puede, sin embargo, involuntariamente, sernos de provecho y hacer que crezcamos en la virtud. Mira lo que sucede cuando alguien sopla el fuego. Al principio, pareciera que este va a extinguirse. Finalmente, no sólo no se extingue, sino que se aviva aún más.

Sin problemas, sin aflicciones, sin enfermedades, sin tristezas… ¿qué sería del hombre? Se arrojaría al libertinaje y la bebida, se revolcaría en el fango como el cerdo, se olvidaría completamente de Dios y Sus mandamientos. Luego, las debilidades, los temores, las penas y las pruebas lo mantienen en un cierto estado de vigilia, convirtiéndose, para él, en la mejor escuela de filosofía y en necesarios ejercicios para el alma.

Tal como el orfebre mete el oro al horno y lo deja ahí hasta que se purifica, también Dios deja las almas en el horno de los sufrimientos hasta que estas alcanzan la pureza.

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Problemele Vieții, traducere de Cristian Spătărelu și Daniela Filioreanu, Editura Egumenița, p. 30)