Palabras de espiritualidad

¿Cómo hacerme más agradable, para que mi esposo me ame más?

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

No son tus doradas alhajas las que harán que tu esposo te ame más, sino tu mesura, tus cuidados y la decisión de dedicar tu vida a él. Saberte y sentirte la más bella de las mujeres no es nada para ése a quien le amargas el alma. Para agradarle a tu esposo, entonces, debes ofrecerle alegría y paz.

Si quieres ser agradable a tu esposo, debes embellecer y adornar tu alma, no tu cuerpo. No son tus doradas alhajas las que harán que tu esposo te ame más, sino tu mesura, tus cuidados y la decisión de dedicar tu vida a él.

Saberte y sentirte la más bella de las mujeres no es nada para ése a quien le amargas el alma. Para agradarle a tu esposo, entonces, debes ofrecerle alegría y paz. Cuando la mujer gasta mucho dinero en arreglarse, mientras en la casa falta de todo, el esposo empieza a sentir desagrado. Así pues, si quieres que tu esposo te ame, alégralo, demostrando equilibrio en lo que respecta al cuidado de tu aspecto exterior. Todos esos adornos son, de alguna manera, agradables en los primeros días de matrimonio, pero pierden su precio con el correr del tiempo. Piensa en lo siguiente: si con el tiempo dejamos de observar con la misma fascinación el firmamento, tan hermoso, y al sol, siempre tan luminoso, debido a que nos hemos acostumbrado ya a ellos, ¿acaso nos agradaría ver a alguien siempre acicalado con exageración? Digo esto para que ames la belleza perpetua con la que el Apóstol Pablo ordena vestirse, es decir, no con oro, piedras preciosas o ricas vestiduras, sino con buenas obras (I Timoteo 2, 9). ¿Quieres gustarle a los extraños, para que te elogien? ¡No, una esposa juiciosa no podría desear algo así! De todas formas, ningún hombre correcto y honrado intentaría halagarte, sino solamente esos que buscan el desenfreno y la diversión... Aunque ni siquiera estos te dirán algo bueno, sino todo lo contrario, por darles a oportunidad de poner en ti sus impuras miradas. La esposa discreta, por otra parte, es elogiada por todos, ya que, al verla, en nadie despierta ningún tipo de inclinación, sino una buena lección de lo que es la virtud. Grande es el aprecio que provoca en los demás y grande es la recompensa que Dios tiene para ella.

(Traducido de: Sfântul Ierarh Ioan Gură de AurCum să întemeiem o familie ortodoxă, Editura Sophia, București, 2011, pp. 94-95)