Palabras de espiritualidad

¿Cómo luchan Eva y María en nosotros?

    • Foto: Stefan Cojocariu

      Foto: Stefan Cojocariu

María elevó su alma sobre la historia y se comprometió con el Espíritu Santo.

Eva y María son, para nosotros, la sabiduría física y la sabiduría espiritual. En la Iglesia se canta; “La mujer fue causa del sufrimiento, la mujer también fue la propiciadora de la salvación”.

Eva quería más de lo que le podían dar su esposo y Dios, sin ningún riesgo para ella. Y ella, junto con el demonio, saltó al abusmo, llevándose consigo el Paraíso entero. Ese abismo es la historia. En medio de ese precipicio de las pasiones más terribles, en donde el árbol de la tentación se multiplicó como los gusanos, María elevó su alma sobre la historia y se comprometió con el Espíritu Santo.

El fruto del juego de Eva con el demonio fue su primogénito, el hombre-asesino. El fruto del compromiso de María con el Espíritu Santo fue su primogénito: el Dios-hombre. Eva hizo que la rueda de la vida se moviera hacia abajo, pero María la hizo girar hacia arriba otra vez.

El drama entero de Eva y María no tendría, para mí y para ti, un significado determinado, si no se tratara de la más fiel representación del drama de nuestra propia alma.

Desde un punto de vista psicológico, Eva y María representan nuestra elemental división espiritual. Entre ellas existe una lucha a vida o muerte, y esta lucha la llevamos en nosotros desde la cuna hasta el sepulcro.

¿Para qué luchan Eva y María en nosotros? Por la pradera de nuestra alma. ¿Cuál de ellas abarcará todo ese pastizal? No lo sabría decir, porque Eva representa nuestra naturaleza instintiva, mientras que María, nuestra naturaleza consciente. El instinto pervertido y la conciencia pervertida son representados por Eva, en tanto que el instinto divino y la conciencia divina, por María. Por el lado de Eva se encuentra el espiritu impuro, por parte de María, el Espíritu Santo.

También ante ti, hombre, surge cada día esa misma pregunta, tan grande como el universo y tan extensa como la historia: ¿a quién acudirás, a la mujer que arroja todo al abismo, o a la mujer que te lleva al Cielo? ¿A la mujer que se comprometió con el demonio, o a la mujer que se comprometió con el Espíritu Santo? ¿A la mujer que quiere parir un asesino, o a la mujer que quiere dar a luz a Dios? En una palabra: ¿a la mujer o a la virgen? ¡Sé valiente y acude a la virgen!

(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Învățături despre bine și rău, Editura Sofia, București 2006, pp. 105-106)