Palabras de espiritualidad

¿Cómo vivir en armonía conmigo mismo?

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Harás cosas grandes, solamente si dejas que Dios te lleve de la mano. Confía en Su Providencia y siente Su mano sosteniendo la tuya.

Los más juiciosos nos aconsejan guiarnos por las siguientes cinco reglas:

1. Limpia tu vida de todo odio: aprende a perdonar.

2. Libera tu corazón de agitaciones: la mayoría de ellas son realmente inútiles.

3. Lleva una vida simple y valora lo que tienes.

4. Da más de lo que recibes.

5. Espera menos y recibirás más de lo que esperabas.

He aquí la esencia de otra parábola interesante: para vivir en armonía contigo mismo, necesitas tener cinco cualidades.

Primera: harás cosas grandes, solamente si dejas que Dios te lleve de la mano. Confía en Su Providencia y siente Su mano sosteniendo la tuya.

Segunda: de vez en cuando tendrás que enfrentar algún problema doloroso, alguna tentación. Sé paciente en el dolor, si este te ennoblece y transfigura tu espíritu.

Tercera: enmendarte es, la mayoría de las veces, el único modo de permanecer en el camino correcto. Reconociendo y renunciando a los errores cometidos, crecerás como profesional y como persona.

Cuarta: la parte más importante de tu ser, como el grafito del lápiz, está en tu interior. Observa siempre con atención las intenciones y las experiencias de tu alma.

Quinta: los frutos del alma son tus actos, que dejan huella aquí en la tierra. Sopesa cada paso que vas a dar.

¡Desafortunadamente, no sabemos ser felices! Y nos resulta durísimo aceptar el dolor como un medicamento en contra de las pasiones. Por eso es que oramos pidiendo vernos libres de tribulaciones, de la ira y de la necesidad, además de tener un final cristiano, sin dolor, en paz. Le pedimos al Señor que nos dé, pero no según lo que merecemos, sino según lo que dicten Su misericordia y Su indulgencia ante la debilidad humana, porque “Él es bueno con los perversos y los desagradecidos” (Lucas 6, 35). En esta humildad radica la esperanza de la salvación.

Cuando el amor a Dios y al prójimo nos sane de nuestro orgullo herido, la lucha contra nosotros mismos se terminará con la victoria de la paz y la armonía interior. Quien haya obtenido este tesoro invaluable no se dejará engañar por las refinadas tentaciones del mundo.

(Traducido de: Konstantin V. ZorinDacă puterile sunt pe sfârșite. Războiul și pacea omului cu el însuși, traducere din limba rusă de Eugen Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2015, pp. 159-160)