Palabras de espiritualidad

De cómo el maligno hace todo lo posible para impedirnos orar

    • Foto. Silviu Cluci

      Foto. Silviu Cluci

“Oh, Señor, ven a nosotros y no permitas que los demonios se burlen de Tu creación. ¡Levántate, oh Dios, para que Tus enemigos sean disipados y huyan, porque nuestras almas se han llenado de deshonra!”.

Una noche, un demonio llamó a la puerta de la celda de San Macario Alejandrino, diciéndole: ‟¡Levántate, padre Macario, para que vayamos a la iglesia con los demás hermanos, a cantar, a participar en los oficios y la oración...”. El santo, por estar lleno de la Gracia de Dios, inmediatamente reconoció el ardid del maligno, y respondió: “¡Ay de ti, embustero, enemigo del bien y la verdad! ¿Qué comunión podrías tener tú con los siervos de Cristo, con la congregación de todos los santos?”. El demonio respondió: “¡Escúchame, Macario! ¿Es que no sabes que no hay oficio religioso en el que no participemos, ni asamblea de monjes en la que no estemos presentes? ¡Ven conmigo y te enseñaré!”.

Enfadado, el anciano respondió: “¡Que Dios nuestro Señor te reprenda, espíritu inmundo!”. Después, volviendo a la oración, le pidió a Dios que le diera a conocer si era cierto lo que le había dicho aquel demonio con tanta soberbia. Al llegar la medianoche, se dirigó a los oficios litúrgicos en la iglesia, y también ahí siguió pidiéndole a Dios que le mostrara las artimañas que el maligno utiliza para impedir que los fieles oren de forma correcta, en Espíritu y en verdad… En ese momento pudo ver que la iglesia estaba llena de demonios de aspecto siniestro, quienes caminaban y revoloteaban de un lado para otro, molestando a todos los monjes presentes, para perturbar su tranquilidad e impedirles orar. Viendo todo el mal que los demonios les causan a los cristianos, quienes permanecen indolentes y llenos de indiferencia ante lo que tendría que preocuparles más, es decir, su propia salvación, San Macario rompió a llorar amargamente, y elevó esta plegaria: “Oh, Señor, ven a nosotros y no permitas que los demonios se burlen de Tu creación. ¡Levántate, oh Dios, para que Tus enemigos sean disipados y huyan, porque nuestras almas se han llenado de deshonra!”.

Al terminar los oficios litúrgicos, San Macario llamó por separado a cada uno de los monjes presentes esa noche en la iglesia, para hacerles esta pregunta: “¿En qué pensabas durante los oficios litúrgicos?”. Y cada monje le confesó sus pensamientos. Así, a partir de lo visto con sus propios ojos y escuchado con sus propios oídos, San Macario vino a saber que cada uno de los monjes era tentado con toda clase de figuraciones diabólicas, utilizadas por los espíritus impuros para mofarse de ellos.

(Traducido de: Protosinghelul Nicodim Măndiţă, Luxul şi împodobirile ruinează sufletul, Editura Agapis, 2011, p. 185)