Palabras de espiritualidad

De cómo los laicos debemos entender la vida monástica

    • Foto: Bogdan Bulgariu

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Cuando juzgas o difamas, es como si cometieras un crimen. Por eso, entre los más grandes trabajos monacales están la perseverancia y el no murmurar ni juzgar a nadie.

¿Cómo deben comportarse los laicos con los monjes, cuando visiten algún monasterio? De igual forma, ¿cómo deben comportarse los monjes con los laicos que vienen de visita al monasterio?

—Los laicos deben honrar y respetar a los monjes, porque son personas entregadas y bendecidas. Por su parte, los monjes deben mostrarse afables con los peregrinos, aconsejándolos sobre cómo defender y practicar la fe. Tanto los unos como los otros no deben juzgar ni buscar defectos aquí y allá. Los monjes no son personas perfectas, sino que se hallan en plena formación, razón por la cual se han retirado a la vida monástica. Como dicen los Santos Padres, “que coman cuando tienen hambre, que duerman cuando tengan sueño… ¡lo importante es que permanezcan allí (en el monasterio)!”. Su sola permanencia en el monasterio es ya un trabajo espiritual. Y por eso se les llama “monjes”. Los monjes que se limitan a permanecer en el monasterio no es que sean malos; son, en todo caso, unos que se esfuerzan menos. Pero a todos se les pide categóricamente una cosa: no murmurar ni juzgar a nadie, porque este esfuerzo es más grande que cualquier canon, más que las postraciones o cualquier otra cosa parecida. ¡Hermano, no juzgues a tu hermano, porque el amor es el criterio con el que seremos juzgados! Cuando juzgas o difamas, es como si cometieras un crimen. Por eso, entre los más grandes trabajos monacales están la perseverancia y el no murmurar ni juzgar a nadie.

Luego, si vienen laicos al monasterio, alegrémonos, porque es de gran bien para ellos. Si es posible, haz que aprendan más de tu actitud que de tus palabras. Porque lo importante es lo que haces, no lo que dices. Haz que les sea de provecho conocer la vida de los monjes. “Hermanos, no quisiera perder el tiempo con ustedes… ¡Bienvenidos a nuestro monasterio! ¡Vengan a la iglesia, porque se está oficiando la Liturgia! ¡Perdónenme, pero tengo que volver a mis trabajos de obediencia!”.

(Traducido de: Ne vorbește Părintele Arsenie, ed. a 2-a, vol. 3, Editura Mănăstirea Sihăstria, 2010, p. 27)