¡Seamos devotos de todos los santos de nuestra Iglesia!

Pero seamos mil veces más devotos de nuestra Señora, la Virgen María, la Madre de Dios, porque si todos lo santos son siervos de Dios, la Madre del Señor es la Reina de los Cielos y la tierra, y de toda criatura que piensa y siente, y por eso ora todo el tiempo por el perdón de nuestros pecados.

Dios dispuso que ella fuera nuestra Señora, honrando así nuestro género (humano). Por eso es que también nosotros, hermanos míos, tenemos que honrar a nuestra Señora, la Virgen Madre de Dios, con nuestro ayuno, nuestra caridad y nuestras buenas acciones.

(Traducido de: Viața și Învățătura Cuviosului Cosma Etolul, Editura Deisis, 2001, p. 177)