Palabras de espiritualidad

¿Deseas paz en tu mente y en tu corazón?

    • Foto: Bogdan Zamfirescu

      Foto: Bogdan Zamfirescu

Nadie puede alcanzar la paz y la serenidad espiritual, sino es por medio de la lucha con las tentaciones y la paciencia ante los problemas. De esta manera actuó el mismo Señor, antes de morir en la cruz. Fue insultado, difamado, humillado, atormentado. Con mucho cuidado, Él edificó para nosotros un modelo de vida. Creó una imagen de Su vida en la tierra, que, luchando, todos debemos imitar.

El Anciano Isaac dice que cuando el hombre se humilla desde el alma, rápidamente es envuelto por la gracia de Dios.

¿Deseas tener paz en tu mente y en tu corazón, pero no consigues alcanzarla? El mismo Señor nos dice en dónde y cómo debemos buscar esa paz, que es siempre una recompensa enorme y un don inmenso para los que Lo siguen: “Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso” (Mateo 11, 29).

Nadie puede alcanzar la paz y la serenidad espiritual, sino es por medio de la lucha con las tentaciones y la paciencia ante los problemas. De esta manera actuó el mismo Señor, antes de morir en la cruz. Fue insultado, difamado, humillado, atormentado. Con mucho cuidado, Él edificó para nosotros un modelo de vida. Creó una imagen de Su vida en la tierra, que, luchando, todos debemos imitar.

Lee las palabras ascéticas del Anciano Isaac. De ellas aprenderás cuán necesarias son las tentaciones y por qué nos son enviadas, para fortalecernos en la lucha en contra del mal y para obtener experiencia espiritual. En los fragmentos que te he recomendado, el Anciano Isaac se ocupa sobre todo de las tentaciones del espíritu, aunque esas enseñanzas pueden aplicarse también a las tentaciones del cuerpo.

Así como los guerreros ganan medallas y distinciones, al demostrar su valentía y espíritu de sacrificio, también nosotros, como soldados espirituales, ganaremos los frutos de nuestra perseverancia, después de una guerra heroica que durará muchos años. La batalla más salvaje será la que habremos de librar en contra del orgullo, en todas sus formas y manifestaciones: la ira, la vanagloria, la maldad, la envidia... Si las vencemos, ganaremos la mayor recompensa que podríamos recibir: la paz de nuestra alma.

(Traducido de: Sfântul Macarie de la Optina, Povețe duhovnicești, Editura Egumenița, pp.106-107)