Palabras de espiritualidad

¡Desechemos el rencor, hermanos!

    • Foto: Bogdan Zamfirescu

      Foto: Bogdan Zamfirescu

No olvidemos que la Gracia de Dios se aparta de los rencorosos y que Dios Mismo rechaza venir morar en ellos.

Si alguien nos hizo el mal, esforcémonos en sofocar el impulso de juzgarlo y condenarlo, eligiendo siempre conservar la paz en nuestro corazón, a semejanza del Santo Rey David, quien dijo: “si yo hablo de paz, ellos prefieren guerra”. Entonces daremos un paso, aunque pequeño, hacia la santidad, y Dios reinará en nuestras almas. “Porque se ha hecho la paz en toda Su comarca” (Salmos 75, 2).

Si, con todo, quien nos ofendió (a menudo, alguien cercano a nosotros) nos pide ayuda, acudamos pronto a auxiliarlo, sin decir: “Me ofendió. Su conportamiento hacia mí fue muy malo. Ahora lo veré sufrir, para que entienda que no me hizo bien”. No olvidemos que la Gracia de Dios se aparta de los rencorosos y que Dios Mismo rechaza venir morar en ellos.

(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Viața duhovnicească a creștinului ortodox, ediția a II-a, traducere din limba bulgară de Valentin-Petre Lică, Editura Predania, București, 2010, p. 46)