Palabras de espiritualidad

Dios no impidió la caída de Adán y Eva. ¿Por qué?

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Dios prefirió cambiar Sus planes con relación al hombre, antes que quitarle el principal elemento de su personalidad: la libertad.

Si lo hubiera impedido, habría intervenido y, así, habría destruido la libertad del hombre, esa que Él Mismo le concedió como un carisma. Si le hubiera quitado la libertad, entonces la conducta y la salvación del hombre se habrían visto forzadas. Luego, el hombre habría perdido su personalidad y se habría convertido en una criatura sin voluntad. Dios prefirió cambiar Sus planes con relación al hombre, antes que quitarle el principal elemento de su personalidad: la libertad.

Un segundo elemento benefactor para el hombre, que fue agregado por Dios, es su enmienda ante el mal y la envidia del demonio. Este último creía que engañando al hombre podría impedir el plan divino y destruir la imagen divina del hombre, como forma de vengarse de Dios, privando al hombre de su sitio de honor. Así, Dios no le impidió al demonio que pusiera en práctica su maldad, para poder derrotarlo después con Su futura Encarnación. De este modo, el hombre, considerado la víctima de la maldad del demonio, se vio elevado “por encima de todo principado, potestad, autoridad, señorío y de todo lo que hay en este mundo” (Efesios 1, 21), tanto en el presente como en el futuro. Como conclusión, podemos decir que, impidiendo la caída del hombre, Dios le habría privado de su lugar de honra, mismo que le heredó después con la unión hipostática con Él Mismo, con la Encarnación del Verbo.

(Traducido de: Gheron Iosif VatopedinulDialoguri la Athos, traducere din limba greacă și note de Nicușor Deciu, Editura Doxologia, Colecția Călăuze duhovnicești, Iași, 2012, pp. 15-16)