Palabras de espiritualidad

El cáliz de la vida

    • Foto: Stefan Cojocariu

      Foto: Stefan Cojocariu

Translation and adaptation:

Si aprendemos a ofrecernos nosotros mismos y no lo que tenemos o lo que hacemos, no esperaremos ya nada “a cambio”, sino que viviremos la alegría o el dolor de estar con aquel a quien nos entregamos.

Es vital que entendamos qué es la fe, que es una relación viva con el Dios Vivo, que es la Vida que Él nos da, y no una búsqueda mágica de ciertas fuerzas que claramente nos faltan. Dios quiere ofrecerse a Sí mismo y Su amor, y no sólo Sus bienes. Muchas veces, cuando quienes nos rodean nos ofrecen lo que también nosotros les damos, de acuerdo a la lógica de la “reciprocidad”, descubrimos que no es esto lo que buscábamos.

Si aprendemos a ofrecernos nosotros mismos y no lo que tenemos o lo que hacemos, no esperaremos ya nada “a cambio”, sino que viviremos la alegría o el dolor de estar con aquel a quien nos entregamos, en función de la calidad de su presencia. La alegría y el dolor son nuestra vida misma, y un llamado constante a mucha más vida. Esta es la “copa” de la vida, de la cual estamos llamados a beber constantemente, para poder vivir en plenitud. Sí, muchas veces, esa copa está llena de tormento e incluso de veneno, pero cuando bebemos de ella dando gloria a Dios, Él transforma su contenido en la Vida, que es Él mismo. Y todo cambia, porque todo lo que nos pertenece y nos sucede se convierte en el “cáliz” del encuentro. ¿Acaso huiremos del contenido de esa copa? ¡Estaríamos huyendo del encuentro! ¡Estaríamos huyendo de la Vida misma!

(Traducido de: Monahia Siluana Vlad, Uimiri, rostiri, pecetluiri, Editura Doxologia, Iaşi, p. 58)



 

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