Palabras de espiritualidad

El centro de nuestra vida y de nuestra alma

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

El corazón es lo primero que se crea en cada criatura, y lo último en convertirse en polvo, después de la muerte. El sabio Salomón dice: “Por encima de todo cuidado, guarda tu corazón, porque de él brotan las fuentes de la vida” (Proverbios 4, 23).

¿Qué nos enseñan los Santos Padres sobre el corazón?

El corazón es el centro de nuestra vida y de nuestra alma. Por eso es que Dios nos lo pide, diciendo: “¡Dame, hijo, tu corazón!” (Proverbios 23, 26). Y Job dice: “No hay nada más profundo que el corazón del hombre”. San Basilio el Grande, en su “Hexamerón”, dice que “el corazón es la raíz de la vida”. El corazón es lo primero que se crea en cada criatura, y lo último en convertirse en polvo, después de la muerte. El sabio Salomón dice: “Por encima de todo cuidado, guarda tu corazón, porque de él brotan las fuentes de la vida” (Proverbios 4, 23). De lo contrario, el corazón se convierte en fuente de muerte, en vez de fuente de vida. Según San Basilio el Grande y San Juan Damasceno, el corazón del hombre es el centro de cuatro poderes.  El corazón es el centro de todas las fuerzas naturales del hombre, es decir, la fuerza nutritiva, seminal, productiva, etc. El corazón es también el centro de las fuerzas espirituales del hombre, que son cinco: voluntad, razón —compuesta por cinco partes: mente, pensamiento, que brota de la mente como un rayo de sol, raciocinio, elección y decisión—, sentido, llamado también fuerza apetente, ira y palabra. Estas cinco fuerzas o poderes espirituales tienen su morada en el corazón.

Posteriormente, el corazón es el centro de las fuerzas que no pertenecen a nuestra naturaleza, es decir, las pasiones. Los pecados y las pasiones son cosas fuera de nuestra naturaleza, porque no fueron creados por Dios, y tampoco existían originalmente con el hombre. Los pecados tienen su centro en el corazón, como dice el Señor: “Del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias...” (Mateo 15, 19).

El corazón es también un centro sobrenatural, es decir, el centro espiritual de todos los dones del Espíritu Santo y de todas las virtudes. Si ponemos nuestra mente como guardián de corazón, es decir, los pensamientos juiciosos, esta (la mente) no dejará que entren los pecados de los cinco sentidos, y también impedirá que salgan pasiones del corazón, para que no se conviertan en pecados. Luego, el cuidado del corazón consiste en poner la mente como custodio del corazón, para impedir que los malos pensamientos entren en él.

(Traducido de. Arhimandritul Ilie CleopaNe vorbește Părintele Cleopa, ediția a 2-a, vol. 5, Editura Mănăstirea Sihăstria, Vânători-Neamț, 2004, pp. 70-71)