Palabras de espiritualidad

El confesor, testigo de nuestra contrición ante Dios

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Al confesarte, el sacerdote acepta convertirse en un mártir, no sólo un testigo, porque está accediendo a cargar con el dolor, el sufrimiento y el peso de los pecados que oiga de tu boca.

Cuando acudas a tu padre espiritual a confesarte, ábrele tu corazón, o mejor dicho, ábrele tu corazón a nuestro Señor Jesucristo, que está ante ti. Y el sacerdote, de acuerdo a las oraciones que leemos antes de la Confesión, será el testigo de tu buena disposición, sinceridad y arrepentimiento. Él escuchará lo que tengas que decirle a Cristo, y le pedirá que te reciba de la misma forma en que recibe a cada pecador, aún con el precio de Su vida y muerte. Tu confesor orará por ti. Y nunca te olvidará a ti y tu confesión. Con esto estará aceptando ser un mártir, no sólo un testigo, porque estará accediendo a cargar con el dolor, el sufrimiento y el peso de los pecados que oiga de tu boca.

Recuerda: cuando te confiesas, pones sobre los hombros del sacerdote el peso de tus propios pecados. Y éste, por compasión, los cargará para siempre, ante Dios.

(Traducido de: Mitropolitul Antonie de Suroj, Mai aproape de Hrisos: spovedania și iertarea, traducere din limba engleză de Dragoș Dâscă, Editura Doxologia, Iași, 2014, p. 136)

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