Palabras de espiritualidad

El corazón del iracundo está vacío de los misterios de Dios

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Si en verdad amas la pureza, que es la morada del Señor de todo, no murmures contra nadie ni te detengas a escuchar a quien lo hace.

“Quien cuida su lengua de difamar, está protegiendo también su alma en contra de las pasiones. Aquel que piensa permanentemente en Dios, a cada instante ve (contempla) al Señor y ahuyenta a los demonios que quieren inmiscuirse en su interior, desenraizando la semilla de sus maldades. Aquel que examina constantemente su alma, se regocija en el corazón de las revelaciones que recibe, Y aquel que dirige su mirada a su propio interior, encuentra ahí el haz del Espíritu. Aquel que rechaza toda distracción, ve al Soberano en el interior de su corazón. Si en verdad amas la pureza, que es la morada del Señor de todo, no murmures contra nadie ni te detengas a escuchar a quien lo hace. Y si ves que hay dos discutiendo frente a ti, cierra tus oídos y huye de aquel lugar, para no llenarte de esas palabras de ira y evitar que tu alma muera. El corazón del iracundo está vacío de los misterios de Dios. Por su parte, el que es manso y humilde de pensamiento es una fuente de los misterios del mundo venidero.”

(Traducido de: Isaac Sirul, Cuvinte despre nevoință, în Filocalia X, traducere din greceşte, introducere şi note de pr. prof. dr. Dumitru Stăniloae, Editura Humanitas, Bucureşti, 2008, p. 198)