Palabras de espiritualidad

El estado que predomina en tu interior manifestará tu oración

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

¡Que Jesús sea tu aliento y que nunca te sacies de llamarle!

Si eres perezoso y oras sin concentrarte, no avanzarás en tu entrega al Señor y no podrás obtener la paz y la salvación. Quien ha conseguido llegar a la oración verdadera, ha llenado su ser del amor de Cristo; además, ha dejado de ser esclavo de sus propios sentidos y no le da prioridad a nada más, no sobrestima al justo y tampoco juzga a los demás, sino que se asemeja a Dios, Quien hace que el sol salga sobre los malos y la lluvia caiga sobre justos e injustos.

Cuando la mente ora concentrada, el corazón se entristece, y sabemos que “Dios no desprecia un corazón quebrantado y humillado.”

Cierra bien las puertas de tu celda a tu cuerpo, la puerta de tu lengua a tus palabras y tu puerta interior a los pensamientos.

El estado que predomine en tu interior manifestará tu oración.

¡Que Jesús sea la más dulce meditación de tu corazón!

¡Que Jesús sea el gozo de tu lengua!

¡Que Jesús sea el pensamiento más elevado de tu mente!

¡Que Jesús sea tu aliento y que nunca te sacies de llamarle!

De este recordar continuamente al dulcísimo Jesús brotarán y crecerán, cual inmensos árboles, las virtudes teológicas: la fe, la esperanza y el amor. Así pues, repite tú también el Nombre de Jesús, con amor y con lágrimas, porque, como dice San Isaac el Sirio: “El recuerdo de quienes amamos nos hace llorar”.

(Traducido de: Sfântul Ioan Iacob de la Neamţ - Hozevitul, "Pentru cei cu sufletul nevoiaş ca mine...", Opere complete, Editura Doxologia, p. 374-375)