Palabras de espiritualidad

El ícono de Jesús

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Jesucristo es la piedra angular, la base de nuestro edificio espiritual. Esto es real para todos los bautizados.

Nuestro Señor se reviste con nosotros, de una forma que no se ve, y a nosotros nos reviste con Él mismo: “Todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo” (Gálatas 3, 27).

Cada uno de nosotros, lo sepamos o no, lo creamos o no, porta a Jesucristo y al Espíritu Santo en el cimiento de su ser espirtual. Jesucristo, el de la Cruz, es, así, la piedra angular, la base de nuestro edificio espiritual. Esto es real para todos los bautizados.

Los fundamentos más profundos del ayuno y de la oración los encontramos en el Bautismo. Lo profundo de nuestro ser se reviste con Cristo. En este abismo de la mente, en “el altar del corazón”, como dicen los Padres, Cristo viene a morar, echando al maligno, que huye a los sentidos. De ahí que las fuerzas del enemigo, las pasiones, se afanen en atrapar nuevamente en sus redes a nuestra voluntad.

El siglo VIII de la era cristiana fue, entre otras cosas, uno de denodada lucha por los íconos. Fue necesario un concilio ecuménico —el último de todos, el Séptimo—, para defender la veneración a los santos íconos. Entonces los hebreos se quejaban ante los emperadores, diciendo que los íconos eran imágenes esculpidas y que venerarlos era idolatrar la madera. Así, con aquel sínodo se dio por terminada dicha disputa y durante muchos siglos los íconos fueron honrados, aunque actualmente se les vuelve a señalar. Entonces se decía que eran una forma errada de honrar a Dios. Hoy son culpables de recordarnos a Dios.

Pero hay otro ícono en peligro: el ícono de Jesús, ese que cada uno de nosotros tiene en su interior, porque con el Bautismo somos destinados a convertirnos en íconos vivos de Cristo. Y en contra de este ícono de Jesús se ha encendido una lucha aún más cruenta que la de entonces contra los santos íconos. ¡Están atacando el ícono del hombre! ¡¿En dónde están sus defensores?!

(Traducido de: Părintele Arsenie Boca, Părintele Arsenie Boca – mare îndrumător de suflete din secolul XX, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2002, p. 56-57, 133)