Palabras de espiritualidad

El mejor día para la celebración del matrimonio religioso

    • Foto: Benedict Both

      Foto: Benedict Both

El día perfecto para el casamiento es el Santo Domingo, de acuerdo a nuestras disposiciones cristianas ortodoxas.

El día perfecto para el casamiento es el Santo Domingo, de acuerdo a nuestras disposiciones cristianas ortodoxas. Hasta ese día, los novios seguirán viviendo con sus padres. Ese domingo, por la mañana, el novio y la novia se prepararán para las nupcias, con la ayuda de sus padrinos. Luego, acompañado de su familia, el novio irá a la casa de la novia, para partir de allí con dirección a la iglesia, en compañía de todos sus parientes y padrinos. Ya en el templo, los novios permanecerán en el lugar principal, al frente, participando con devoción de la Divina Liturgia. Mientras, el sacerdote y los fieles orarán para que los novios sean bendecidos y reciban el auxilio divino. Después de la homilía, los novios comulgarán del Cuerpo y la Sangre de Cristo, si su confesor se los ha permitido y si no lo han hecho previamente.

Al terminarse la Liturgia, los Santos Evangelios, la Santa Cruz, las coronas y todo lo demás necesario para el oficio nupcial será dispuesto en el centro de la iglesia. Lo ideal es que participen todos los amigos y vecinos, como testigos y orantes ante Dios, por la nueva familia que se funda en aquel momento. Mientras más fieles participen del oficio, mientras más personas oren por los novios, más bendecido y feliz será su matrimonio.

Al finalizar el oficio, el sacerdobte bendecirá a los novios y les acompañará en la comida festiva preparada para la ocasión. Seguidamente, los alimentos son bendecidos, para que todos los invitados se gocen, alabando a Dios, mientras el sacerdote pronuncia algunas palabras de provecho espiritual. Al terminar, los novios reciben los obsequios que los presentes les han llevado.

(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie Bălan, Călăuză ortodoxă în familie şi societate, volumul II, Editura Mitropoliei Moldovei şi Bucovinei, Iaşi, 1993, p. 37)