Palabras de espiritualidad

El mundo y sus engaños

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

En todas partes nos acecha el peligro de esa secularización. A cada instante, a cada hora, podríamos ser empujados a nuestro “suicidio espiritual”.

—En todas partes nos acecha el peligro de esa secularización. A cada instante, a cada hora, podríamos ser empujados a nuestro “suicidio espiritual”.

¿Qué dijo? ¿Suicidio?

—Sí, un “suicidio espiritual”, porque en eso consiste la secularización. Aquel que se enreda en el mundo y en las cosas del mundo, se enmaraña en las redes de la muerte; así como los peces que caen en las redes del pescador no pueden ya escapar y mueren, lo mismo sucede con los hombres secularizados, con los hombres mundanos, que son torpes o con poca mente, como los peces. Y esa torpeza les lleva a la muerte física y espiritual, como hermosamente lo profetiza la Santa Escritura: “La lección del sabio es fuente de vida, para sortear las trampas de la muerte” (Proverbios 13, 14).

Los hombres torpes y mundanos mueren exactamente como los insectos, quienes, volando de aquí para allá, se descuidan y bruscamente caen en las redes de la araña, que les vigila desde un rincón. Ésta, una vez observa cómo se engancha un insecto en su red, corre rápidamente, lo envuelve y lo devora. Así es como el insecto paga su distracción y descuido: con su propia muerte.

Muy buena comparación, Padre.

—El mundo, querido hijo, es la red con la que el demonio pesca entre los hombres insensatos. Y cuando alguno cae en esa red, lo inmoviliza despacio, matándolo poco a poco, física y espiritualmente.

El mundo es como una telaraña, es la red que el demonio arroja intencionalmente entre los necios e imprudentes. Y a todos los mata, a todos los que caen en esa red.

(Traducido de: Arhimandritul Spiridonos Logothetis, Răspunsuri la întrebări ale tinerilor – Ortodoxia şi lumea, traducere din limba greacă de Părintele Şerban Tica, Editura Sophia, Bucureşti, 2012, pp. 204-205)