Palabras de espiritualidad

El poder espiritual de la obediencia

    • Foto: Stefan Cojocariu

      Foto: Stefan Cojocariu

De todo esto extraje una importante conclusión: la obediencia es más grande que la oración, y todo lo que podríamos obtener es por medio de la obediencia.

Los domingos y en las grandes fiestas de la Iglesia, recibimos el don de Cristo por duplicado.

Recuerdo que, cuando vivía con mi stárets bajo el régimen de obediencia monacal, trabajaba algunas horas al día, las necesarias para ganarme el sustento diario. No así los domingos y los días festivos.  Y esperaba esos días con tanta impaciencia, que me parecía que todos los domingos eran de Pascua. De noche velaba ocho horas de pie, y otras ocho horas del día me las pasaba orando, casi todo el tiempo sin sentarme. ¿Cómo podría expresarlo para que me entiendan? ¡Qué oración! ¡Humildad! ¡Qué contemplación! Era como estar en el Paraíso.

Un domingo de esos, vinieron a visitarnos unos peregrinos. Cuando estos estaban por irse, el stárets se me acercó y me dijo:

—Padre Caralampio, acompañe a estas personas al Monasterio de San Pablo.

Al escuchar esto, sentí un gran pesar en mi interior, pero no porque me resultara tedioso ir hasta aquel lejano lugar, sino porque pensé que perdería un día entero de oración. “¿Qué ha dicho, padre? ¡Voy a desperdiciar este domingo!”, musité en mi interior.

Y, ya que al stárets no se le escapaba nada, inmediatamente agregó:

—¡No te agobies, hermano! Hoy tendrás una forma de oración que nunca olvidarás.

Y así fue. Cuando llegamos al Monasterio de San Pablo, lo primero que hicimos fue pedir dos habitaciones para hospedarnos. Una vez solo en el silencio de la celda que me dieron, cerré la puerta con llave y pude horar durante cuatro horas seguidas, sin interrupción alguna. ¡Y fue tanta la Gracia que sentí en aquella oración, y tanto se endulzó mi alma con el amor divino, que no podría describirlo con palabras!

De todo esto extraje una importante conclusión: la obediencia es más grande que la oración, y todo lo que podríamos obtener es por medio de la obediencia. Actualmente, debido a todas mis responsabilidades administrativas, hay veces en las que no tengo tiempo para dedicarme totalmente a la oración, incluso en los domingos. Mi alma clama desde mi interior, protestando por la sed que tiene de Cristo. Por eso es que a menudo siento la necesidad de esconderme en algún sitio, con tal de calmar esa sed de mi alma.

(Traducido de: Monahul Iosif DionisiatulStarețul Haralambie – Dascălul rugăciunii minții, traducere și editare de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, Editura Evanghelismos, București, 2005, pp. 211-212)