Nadie puede llegar a a un estado espiritual elevado si no se esfuerza. Tiene que haber esfuerzo, como las postraciones, las vigilias, etc., pero sin forzar nada. ¡Hay que hacer todo con alegría! Tenemos que recordar que lo importante no son las postraciones que hagamos, ni las oraciones, sino nuestra entrega y nuestro amor a Cristo y a las cosas del alma.

Hay muchas personas que practican estos sacrificios, pero no para Dios, sino para la ascesis misma, para beneficiar también su cuerpo; pero los hombres espirituales lo hacen para el provecho de su alma, para agradar a Dios. Y, con esto, también el cuerpo se beneficia, porque no se enferma. Y vienen muchas bondades para el alma.

(Traducido de: Ne vorbește părintele Porfirie, Editura Bunavestire, Galați, 2003, p. 259)