Palabras de espiritualidad

El sentido del llanto y la contrición

    • Foto: Stefan Cojocariu

      Foto: Stefan Cojocariu

Tu alma ha muerto por el pecado y yace ante ti, siendo más importante que cualquier cosa del mundo, ¿y no sientes la necesidad de llorar?

El llanto es pasar de esta vida de sufrimiento a un estado de serenidad, “desconocido para la mayoría de personas”. El que se arrepiente en verdad, es doblemente bendecido, porque es tanto un hombre puro de corazón, como uno que entiende el sentido del llanto. Su recompensa es, igualmente, doble: podrá ver a Dios y será consolado, según Su voluntad. Solamente aquellos que han alcanzado este bendito estado pueden entender lo que representa dicho consuelo. El monje que llora sinceramente por sus pecados es definido por la elección que ha hecho, es decir, buscar a Dios y no al maligno. Se vuelve, así, un espectador, un extraño ante el mundo:

“Pesaroso es aquel que vive en hambre y sed, por su esperanza en las bondades futuras. El monje es aquel que vive afuera del mundo y le pide sin cesar a Dios alcanzar las bondades futuras. La riqueza del monje es el consuelo que viene del llanto y la alegría de la fe que brilla en la morada de la mente”.

Tal clase de llanto es distinto a la experiencia común de la tristeza, que no tiene nada de piedad o espiritual, y que no es otra cosa que la desilusión resultante de las pasiones mundanas. La tristeza por dolor es desgarradora. Es la reacción del atormentado por el remordimiento provocado por determinada muerte, la del alma, a la que han matado los pecados... Tu alma ha muerto por el pecado y yace ante ti, siendo más importante que cualquier cosa del mundo, ¿y no sientes la necesidad de llorar?. Pero, si esta muerte es seguida por la muerte del “yo” por Cristo, tanto el cuerpo como el alma estarán en armonía con la nueva vida del Reino. El llanto es la expresión exterior del estado interior del monje, que incluye también la alegría que brilla en lo secreto. Es una actividad que une. Este es el llanto del cual se nos habla en las Bienaventuranzas: el monje, llorando, no sólo se lamenta por haber perdido la Gracia de Dios, como consecuencia de su pecado, sino que la compunción le hace suspirar por la recompensa que reciben los puros de corazón, es decir, la capacidad de ver a Dios. El llanto significa la restauración física de quien se arrepiente, llegando al estado de quienes buscan justicia, como la tristeza por el hecho de carecer del parentezco con Dios. Esta alegría es una santa y sutil, y no debe ser confundida con la buena disposición de aquel que vive sin discernimiento; es una embriaguez sobria con Dios, no una intoxicación causada por el vino. Tal clase de llanto, y la alegría que le sigue, se centran especialmente en la esperanza futura, más que en la desesperanza que causan los errores del pasado. Esta es la epifanía exterior de los lugares místicos que se hallan en las profundidades de la mente humana.

(Traducido de: Hannah Hunt, Plânsul de-bucurie-făcător. Lacrimi de pocăință în scrierile Părinților sirieni și bizantini, Editura Doxologia,2013, pp. 250-251)