Palabras de espiritualidad

El verdadero cristiano y el perdón

    • Foto: Benedict Both

      Foto: Benedict Both

Translation and adaptation:

¡Cuántas cosas no suceden en la vida, hasta en nuestro mismo hogar! Luego, el primero en pedir perdón, ese es el vencedor.

Ni los hechizos, ni las brujerías, ni los encantamientos... nada pueden hacerte los demás, si cumples con lo siguiente: si ayunas en los períodos correspondientes, si te confiesas correctamente y si asistes con frecuencia a la iglesia. Si no te falta nada de esto, nadie podrá hacerte nunca el mal. Ya pueden venir todos los demonios del infierno, que nada podrán contra ti.

Una vez te has confesado y te hallas bajo el canon de tu padre espiritual, has entrado en el misterio de Jesucristo.

Por eso, cuando en el hogar surge alguna disputa, provocada por el esposo, la esposa o los hijos, ¿quién es el vencedor? ¡Respóndanme! ¡Que se los trague el Paraíso!* El vencedor será el primero que diga: “¡Perdóname, mamá, me he equivocado!” o “¡Perdóname, mi amor, sé que me equivoqué!” o “¡Perdóname, esposo mío!”. El primero en pedir perdón vencerá a los demonios. En la medida en que perdonemos, también Dios nos perdonará.

Pero, si viene alguien y te dice. “¡Perdóname!” y tú le respondes: “¡Vete de aquí, sé bien qué clase de persona eres!”, porque entonces serás peor que todos los demonios. Cuando al Apóstol Pedro le parecía que era piadoso, le preguntó al Jesús: “Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano? ¿Siete veces en un día?”. Entonces, vino el Señor y le hizo añicos esa idea para siempre: “¡Pedro! No siete veces, sino setenta veces siete”. Es decir, siempre.

Aunque alguien te golpee, si le dices “Perdóname”, habrás vencido al demonio que tenía en su interior. Si pides perdón, has ganado una corona de mártir. ¡Cuántas cosas no suceden en la vida, hasta en nuestro mismo hogar! Luego, el primero en pedir perdón, ese es el vencedor. Con esto, recibe una recompensa muy grande por parte de Dios, al tiempo que tranquiliza al otro.

* Expresión que solía utilizar el P. Cleopa.

(Traducido de: Ne vorbește Părintele Cleopa - 15, Ed. Mănăstirea Sihăstria, 2006, p. 108)