Palabras de espiritualidad

Eligiendo el nombre del niño

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

He aquí mi petición: bauticen a sus hijos con nombres de santos y justos.

A partir del momento en que le damos un nombre al niño, le damos también la devoción por la virtud. Por eso, no se apresuren en bautizar a sus hijos con el nombre de algún antepasado o pariente; más bien, elijan el nombre de algún justo, mártir, obispo o apóstol, de manera que aquel apelativo sea un motivo y un llamado a imitarle. Que uno de los hijos se llame Pedro, que otro se llame Juan, y así respectivamente, utilizando los nombres de los demás santos.

Y, les suplico, terminen con toda costumbre pagana. No es correcto que en un hogar cristiano se guarden hábitos paganos. ¡Es el colmo! Encender velas para ver cuál se apaga primero y cosas similares no hacen sino perjudicar a quienes las practican. Y no crean que se trata de trivialidades.

He aquí mi petición: bauticen a sus hijos con nombres de santos y justos. Entiendo que antes era común ponerle al niño el nombre de algún pariente difunto, como forma de consuelo, pero también porque se creía que, volviendo a utilizar su nombre, aquel pariente seguiría viviendo en la familia. Pero los sensatos han renunciado a esa costumbre. Recordemos, por ejemplo, que Abrahán le puso Isaac a su hijo, y que tanto Jacob como Moisés no llevaban el nombre de algún antepasado.

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Părinții și educarea copiilor, Editura Agapis, 2010, p. 70)

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