Palabras de espiritualidad

En vano quieres parecer una persona pacífica, si guardas rencor y sueles reprochar con rapidez

    • Foto; Nicolae Pintilie

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Hay quienes prefieren conservar ese resentimiento en el alma, con todo lo que este representa para su propio estado espiritual.

Viene un “mal momento” en el que somos dominados por la ira y sacamos afuera no sólo lo que nos sobra, sino lo que guardamos en ese “depósito” de veneno que tenemos en nuestra alma. Lo mismo ocurre con el mar: cuando se agita, saca a la superficie todos los desechos que se han ido acumulando en su seno; así, él mismo limpia sus profundidades. San Juan Climaco dice: “He conocido personas que, en un momento de agitación por causa de la ira, expulsan, como si estuvieran vomitando, el rencor que han guardado desde hace mucho tiempo. Así, por medio de una pasión se han librado de otra.

También es posible que se encrespe uno que tiene el corazón puro, que no guarda rencor y que tiene un alma buena. Sin embargo, aún irritado, no ofenderá a nadie ni pronunciará palabras soeces. “El hombre bueno, del buen tesoro saca cosas buenas y el hombre malo, del tesoro malo saca cosas malas” (Mateo 12, 35). La ira es el espejo del alma.

Desde luego que apartar todo el mal es bueno para la salud del individuo, aunque aquel “vómito” en sí sea desagradable, repulsivo. ¡Y pensemos que ese “material” se hallaba depositado en su propio interior...! Por eso, siguiendo las palabras de San Juan Climaco, quienes en un momento de furia arrojaban fuera el rencor, en el mismo momento le hacían un bien a su alma. Por supuesto que lo que arrojaban era algo desagradable y asqueroso, acumulado desde hacía mucho tiempo en el alma. Y este había sido su mayor error: en vez de mantener pura su alma, la habían manchado, juntando todo ese pestilente rencor. Sin embargo, “felizmente, lo perdieron... ¡aún de esta forma!”.

Hay quienes prefieren conservar ese resentimiento en el alma, con todo lo que este representa para su propio estado espiritual. Agrega San Juan: “Estos últimos me provocan más compasión que los primeros, porque con la oscuridad del rencor apartan de sus almas la paz y el gozo del Espíritu Santo. “¡Témele a las aguas que corren mansamente!”, dice el pueblo, por experiencia.

(Traducido de: Arhimandrit Vasilios Bacoianis, Nu te mai suport! – Arta împăcării cu tine însuţi şi cu ceilalţi, traducere din limba greacă de Pr. Victor Manolache, Editura de Suflet, Bucureşti, 2011, pp. 31-33)