Palabras de espiritualidad

¿Es bueno orar por alguien, aunque él no lo haga?

    • Foto: Crina Zamfirescu

      Foto: Crina Zamfirescu

Cuando la oración proviene del corazón y es elevada con dolor por los problemas que se viven, quienes piden la ayuda de Dios reciben inmediatamente Su auxilio.

Padre, si oro por alguien, aunque no lo pida, ¿es de beneficio para él?

—Esto dependerá de muchas cosas. Si esa persona, al comienzo, tuvo una buena intención, pero no fue ayudada, es justo que reciba el auxilio divino. Aunque nadie pida por este individuo, Dios dispondrá que sea ayudado más adelante. Y si él, desde el comienzo, pide la ayuda divina, Dios intervendrá antes y le socorrerá. Si no, lo hará más tarde. Con nuestras oraciones le otorgamos a Dios el derecho de intervenir. Usualmente, si una persona te pide ayuda con todo su corazón, y dice, llena de humildad: “¡Padre, pida por mí!”, te hiere el corazón y no puedes olvidarle. Mientras que, si te lo pide superficialmente, simplemente sugiriendo “Haga una oración en mi nombre...”, como diciendo, “¡Venga, salud!”, ¿cómo acordarte de él?

Cuando la oración proviene del corazón y es elevada con dolor por los problemas que se viven, quienes piden la ayuda de Dios reciben inmediatamente Su auxilio. Puedo traer a colación varios ejemplos concretos. No hace muchos años, un hombre completamente desesperanzado, en la “oscuridad” que le inundaba cruzó la frontera y salió del país. Ahí le tomaron por espía, lo encarcelaron y torturaron. En su celda, esta persona comenzó a orar. Un monje, conocido mío, se enteró de lo que le pasaba a aquella persona, y comenzó a orar también: “¡Dios mío, por favor, libéralo! ¡Sé que para Ti es fácil hacerlo!”. Bien, en esos días aquel individuo fue llamado a declarar. Inmediatamente después del interrogatorio, nuestro hombre “se despertó” hallándose de vuelta en territorio griego. Cuando, días después, habló con las autoridades griegas, relató: “Me golpearon, me encerraron y me sometieron a interrogatorio. Después de eso, ya no recuerdo nada. No sé, ni siquiera entiendo cómo llegué a Grecia”. Esta es la fuerza de la oración. La oración conmueve a Dios.

Es bueno que nuestro teléfono inalámbrico (así era como San Paisos llamaba a la oración) se mantenga siempre activo, para poder ayudar a todos los que lo necesitan. Cuando hice el Servicio Militar, me tocó trabajar en el área de transmisiones de radio. Recuerdo que escuchaba frecuencias extranjeras, pero también ayudaba a los nuestros. Hacía de intermediario entre nuestras estaciones, lejanas entre sí, y que no conseguían entablar comunicación. Recuerdo que éramos dos haciendo aquel trabajo. Lo importante era ayudar a las estaciones remotas, cuya señal a veces no llegaba demasiado lejos. De igual forma, quienes le piden a Dios por otros, son como intermediarios entre aquel que necesita del auxilio divino, y Él. Pero si hay uno que pide ayuda, mientras el otro tiene el “radio” apagado, es decir, no ora, ¿qué sucederá?

(Traducido de: Sfântul Cuvios Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovnicești. Volumul II. Trezvie duhovnicească, traducere de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, ediția a II-a, Editura Evanghelismos, București, 2011, pp. 336-338)