Palabras de espiritualidad

¿Es posible vivir sin llenarnos de malos pensamientos?

    • Foto: Stefan Cojocariu

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Translation and adaptation:

Cuando Dios vea cómo lo buscas con tu corazón y cómo quieres permanecer siempre a Su lado, te dará la fuerza de la Gracia y tu corazón empezará a orar sin cesar. Trabajando, escucharás tu propia oracíón interior.

Sí, puedes vivir sin llenarte de pensamientos. Escucha lo que dicen los Santos Padres: “Cuando el sentido, la mente y la voluntad se unen, esa fuerza se concentra en el corazón”. Para tener una vida espiritual es necesario mantener el corazón despierto. Y esto sucede cuando el individuo trabaja desde el corazón, encendiéndolo. Con esto, el corazón se enfervoriza incesantemente, incesantemente se inflama. ¡Obren así, háganlo todo de esta manera! Hagan todo desde el corazón...

Cuando se enardecen, inesperadamente, las olas de la lucha, nos llenamos de toda clase de pensamientos perturbadores. Entonces debemos volver pronto a casa, como dice el Señor... y callar. Ya que no podemos apartar inmediatamente los pensamientos, callemos. Hagamos silencio. Dejemos de pensar. El Señor tiene Su propia regla, sabe qué podemos y qué no podemos hacer. Y, callando, nos hacemos humildes. Luego, debemos ocupar nuestra mente, porque se ha habituado a divagar. Démosle trabajo, poniéndola a orar. ¡Que ore desde el corazón! Y, así, poco a poco, nos iremos acostumbrando a orar y la oración se nos hará un hábito como cualquier otra cosa que primero debes aprender y después, sin darte cuenta, tus manos comienzan a trabajar solas. Lo mismo pasa con la oración. Poco a poco. Después se vuelve un hábito. Así pues, ora en tu interior, sin palabras. Y cuando el Señor vea tu esfuerzo, cuando vea cómo lo buscas con tu corazón y cómo quieres permanecer siempre a Su lado, te dará la fuerza de la Gracia, y tu corazón empezará a orar sin cesar. Trabajando, escucharás tu propia oracíón interior.

(Traducido de: Stareţul Tadei de la Mănăstirea Vitovniţa, Pace şi bucurie în Duhul Sfânt, Editura Predania, pp. 45-46)