Palabras de espiritualidad

¿Estás postergando el cambio que necesita tu vida?

    • Foto: Stefan Cojocariu

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Translation and adaptation:

En vano mantenemos las ramas del pecado afuera de nosotros, si en nuestro interior subsisten las raíces que le harán brotar nuevamente” (San Gregorio Magno)

Un día, un joven vino al monasterio a confesarse y pedir consejo. Así, conversando con un anciano padre espiritual, el muchacho reconoció:

Padre, soy una persona muy mala. Quisiera cambiar, pero no puedo. Pierdo la paciencia con facilidad. Cuando me enfado, hablo groseramente y hago cosas que no son buenas. He intentado cambiar, pero no lo he conseguido. Sin embargo, espero lograrlo con el paso de los años... ¿no es así?

No. ¡Sígueme!, le dijo el monje.

Lo llevó a la parte de atrás de la celda, en donde empezaba un espeso bosque. Y le dijo:

¿Ves aquella plantita? ¿Sabes qué clase de árbol es?

Sí, padre. Es un ciprés muy joven.

¡Ve y arráncalo!

El joven obedeció y, sin esfuerzo, extrajo el arbolito de la tierra. Después, el monje tomó del brazo al muchacho y se lo llevó un poco más lejos. Allí le señaló un ciprés un poco más alto, casi de la altura de un hombre.

¡Ahora arranca este!

El joven intentó sacarlo con un movimiento, pero no pudo. Con esfuerzo, finalmente lo consiguió. Entonces, el anciano se lo llevó aún más lejos e indicándole con el dedo un árbol más grande, le dijo:

Ahora inenta sacar ese otro.

Pero... es muy grande, padre. Necesitaré que alguien me ayude.

Ve al monasterio y llama al primero que encuentres.

Al rato, el joven volvió acompañado de dos chicos. Durante varios minutos estuvieron luchando con el tronco del árbol, hasta que finalmente lograron sacarlo.

Bien. Ahora intenten sacar ese venerable ciprés que está allí, dijo el padre, señalando uno muy alto e imponente.

Padre, ¿no se da cuenta de que se trata de un árbol muy grande y viejo? ¡Aunque vinieran otros cien hombres a ayudarme, no lograríamos sacarlo de raíz!.

Entonces, tomándolo del brazo y volviendo a la celda, el anciano le dijo:

¿Ahora entiendes, hijo? ¿Comprendes que las malas inclinaciones de tu alma son exactamente como esos árboles? Cuando surge algún vicio o pasión, al principio nos parece inofensivo e insignificante. Pero, con el tiempo, echa raíces profundamente y empieza a mandar en el alma. Mientras ese vicio sea pequeño, será posible arrancarlo. Pero, si dejas pasar el tiempo, necesitarás del auxilio de otros. ¡Nunca dejes que el mal se anide profundamente en tu alma, porque nadie podrá sacarlo jamás! Así, no hay que postergar la limpieza del alma y de nuestra propia vida, porque, más adelante, esto será una empresa realmente difícil.

“En vano mantenemos las ramas del pecado afuera de nosotros, si en nuestro interior subsisten las raíces que le harán brotar nuevamente” (San Gregorio Magno)

(Traducido de: Leon Magdan, Cele mai frumoase pilde şi povestiri creştin-ortodoxe, Editura Aramis, pp.39)