Palabras de espiritualidad

Estos últimos días del Gran Ayuno tienen como centro a Lázaro

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Los cristianos ortodoxos hemos comenzado hoy la sexta semana del Santo y Gran Ayuno de la Pascua. Estos días nos preparan tanto para el Sábado de Lázaro y la fiesta de la Entrada del Señor en Jerusalén, como para la Semana de la Pasión del Señor. Por eso, también es llamada la “Semana de Ramos (o palmas)”.

Esta semana cierra el período de ayuno de 40 días, porque el Sábado de Lázaro y el Domingo de Ramos (o de Palmas) son considerados fiestas separadas, al igual que la última semana, la de la Pasión del Señor, que implica un régimen de ayuno más severo.

La Iglesia entrelaza el Sábado de Lázaro con el Domingo de Ramos, porque estos días nos hacen concentrarnos en la divino-humanidad de Cristo antes de Su Pasión: la Resurrección de Lázaro nos demuestra la divinidad de Cristo, y Su entrada en Jerusalén sobre un asno, Su humanidad.

El padre Alexander Schmemann nos dice que, a lo largo de estos seis días previos a la resurrección de Lázaro, los oficios litúrgicos nos instan a ser discípulos de Cristo, tal como Él primero nos anuncia la muerte de Su amigo, y después empieza el viaje a Betania y Jerusalén. El tema y el tono de la semana nos son dados en las Vísperas del domingo:

“Comenzando con amor la sexta semana del venerable ayuno, traigamos a los fieles nuestros cánticos, antes de celebrar con ramos al Señor, Quien viene envuelto en gloria y con la fuerza de la divinidad a Jerusalén, para vencer a la muerte”.

Desde el lunes y hasta el viernes, Lázaro se halla en el centro de todos los oficios de la Iglesia: su enfermedad y su muerte, la tristeza de sus familiares y la respuesta de Cristo a todo esto. Así, el lunes escuchamos que: “Hoy, caminando Cristo a orillas del Jordán, conoció la enfermedad de Lázaro...”; el martes; “Ayer y hoy fue la enfermedad de Lázaro”; el miercoles: “Hoy, muriendo Lázaro, es enterrado y llorado por sus hermanas...”; el jueves: “Dos días tiene Lázaro de haber muerto”. Finalmente, el viernes: “El día de mañana vendrá el Señor a alzar al hermano muerto (de Marta y María)”.

San Nicolas Velimirovich nos exhorta a que, en estos días, purifiquemos nuestros corazones y veamos más allá del milagro de la resurrección de Lázaro en Betania, divisando en esta una prefiguración de la Resurrección del Señor:

“En esta sexta semana del Gran Ayuno, cuando escuches el Evangelio de la resurrección de Lázaro de entre los muertos, reúne todos tus pensamientos y dirígelos a purificar tu corazón, que es lo que Dios quiere. Intenta purificar tu corrazón con este milagro de la resurrección de un muerto de cuatro días […]. Y si en esto no ves a Dios (en la imagen de Cristo Resucitado), ni el milagro divino en la resurrección de Lázaro, significa que tu corazón aún está impuro. Sin embargo, no hay razón para que caigas en la desesperanza. Solamente debes desear en verdad tener un corazón puro, y Dios, Quien es el Dador de todo lo bueno, te lo concederá. No lo dudes, Dios te dará un corazón puro y tu alegría será infinita e interminable”.

Como particularidades litúrgicas, el sábado, en los Maitines, se cantarán las Bendiciones de la Resurrección (“Bendito seas, Señor, enséñame Tus preceptos”) y, en la Divina Liturgia, en vez de “Santo Dios...”, se cantará: “Todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo.

En lo que respecta al Domingo de Ramos, en las Vísperas, después de la lectura del Evangelio, ya no se canta “La Resurrección de Cristo...”, sino que se lee el Salmo 50, después de lo cual el sacerdote bendice y rocía con aghiasma (agua bendita) las ramas con brotes de sauce, que son el símbolo del triunfo sobre la muerte, a la cual Cristo venció con la resurrección de Lázaro de entre los muertos, pero especialmente con Su propia Resurrección.