Los mejores métodos para el desarrollo de tu hijo son la comunicación y el juego. Háblale todo el tiempo. No le impidas la alegría de jugar, de empujar cochecitos o dibujar. Si quieres enseñarle algo, no es necesario que dediques un tiempo adicional para ello, sino que simplemente te sientes a jugar con él, relacionando eso que quieres que aprenda.

Ofrécele juguetes adecuados, con los que pueda accionar: juguetes de empujar, de tirar, de construir, de organizar. Estimúlale el interés por descubrir y asombrarse por todo lo que le rodea. Muéstrale fotografías para que reconozca determinados momentos de su propia vida. Lo más importante es provocarle alegrías y emociones.

No debes decirle que le vas a enseñar algo, sino sólo escucharlo cuando está jugando con algunas letras o cubos de plástico. Déjalo que se ocupe en eso que le parece interesante, no de acuerdo a un programa pre-establecido. En el proceso de juego, los conocimientos van siendo introducidos automáticamente. Para el juego común, lo mejor es la buena disposición del niño y sus padres.

Lo más importante es que el medio en el que crece el niño sea santificado con la oración y los Sacramentos, para que la gracia de Dios llene su alma.

(Traducido de: Dr. Dimitri Avdeev, Ioana Besedina, Femeia şi problemele ei: perspectiva psihiatrului ortodox, traducere din limba rusă de Eugeniu Rogoti şi Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2011, pp. 118-119)