Palabras de espiritualidad

La enfermedad como forma de glorificar a Dios

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

No le pido a Dios que me sane... Le pido por mi alma, para que perdone mis pecados.

El anciano Porfirio sufrió muchas enfermedades a lo largo de su vida. Este fue también el motivo por el cual no pudo quedarse en el Santo Monte Athos. Y, a pesar de haber sufrido más que la mayoría, siempre le agradecía a Dios por sus padecimientos.

Decía: “Siento un gran dolor, pero mi enfermedad es algo realmente hermoso. La siento como el mismo amor de Cristo. Me lleno de contrición y le agradezco a Dios. Mis dolencias son fruto de mis propios pecados. Sí, soy un pecador y Dios quiere purificarme.

Usualmente, cada uno de nosotros le pide a Dios que le sane, que le libre de la enfermedad. Por el contrario, el anciano Porfirio elegió un camino distinto. Cuando tenía solamente dieciséis años, le pidió a Dios que le diera el cáncer para sufrir por amor a Dios. Sin embargo, su padre espiritual le aconsejó que dejara de pedir eso, porque era una muestra de egoísmo. Entonces, obedeciendo, dejó de orar de aquella manera, pero sí que recibió la respuesta a su deseo.

Y decía: “Ahora no le pido a Dios que se lleve esta enfermedad, que tanto le pedí que me enviara. Me alegra tenerla, porque así puedo participar de los sufrimientos que soportó por amarnos. No le pido a Dios que me sane... Le pido por mi alma, para que perdone mis pecados. No tomo medicamentos, ni voy a hacerme controles ni operaciones. La Gracia de Dios me asiste. Intento entregarme totalmente a Dios, para acercarme a Cristo y unirme a Él... Nuestras enfermedades pueden sernos de gran provecho, si las soportamos sin quejarnos, glorificando a Dios y pidiéndole Su perdón...”