Palabras de espiritualidad

La Gracia de Dios y el sentido de las tentaciones

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

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Si el hombre sabe lo que son los dones de Dios y entiende el sentido de las tribulaciones, es que en verdad ha descubierto el camino del Señor. Así, empezará a esperar las tentaciones, porque es por medio de ellas que se purifica, soportándolas con paciencia para iluminarse y poder ver a Dios.

“Me preguntas quíén recibe la Gracia más rápidamente, si el solitario asceta o el monje que obedece lo que se le dicta hacer. Sin duda, el monje diligente.

Éste recibe la Gracia más rápidamente y se halla fuera de todo peligro. No le da miedo caer ni perderse. Sólo debe tener cuidado con la desidia. Además, debes saber que cuando el hombre tiene a Cristo en su interior, sea que esté solo o rodeado de sus semejantes, tiene siempre paz y sosiego.

La Gracia de Dios no depende del tiempo, sino de la forma en que vives y de la Gracia del Señor. La experiencia se alcanza, en verdad, con el paso del tiempo, pero ésta —y por eso se llama “gracia”, porque es un don que viene de Dios— se obtiene en función del fervor de nuestra fe, nuestra humildad y nuestra buena disposición.

Salomón recibió la Gracia cuando tenía solamente doce años. Lo mismo pasó con Daniel. David, mientras pastoreaba los animales de su padre. Y hay muchísimos ejemplos más.

Una vez el hombre llega al verdadero arrepentimiento, la Gracia viene a él y crece con su fervor. La experiencia requiere un esfuerzo prolongado.

Ante todo, aquel que pide la Gracia de Dios tendrá que enfrentar pruebas y aflicciones de todo tipo. Y si durante el tiempo de tentación se intranquiliza y demuestra no tener la suficiente paciencia, la Gracia no vendrá a él, siendo incapaz, además, de obrar alguna virtud y de hacerse digno de cualquier otro don espiritual. Pero si el hombre sabe lo que son los dones de Dios y entiende el sentido de las tribulaciones, es que en verdad ha descubierto el camino del Señor. Así, empezará a esperar las tentaciones, porque es por medio de ellas que se purifica, soportándolas con paciencia para iluminarse y poder ver a Dios.”

(Traducido de: Cuviosul Iosif Isihastul, Mărturii din viaţa monahală, Editura Bizantină, p. 78)