Palabras de espiritualidad

La gran (e incomprendida) benefactora de nuestra alma

    • Foto: Magda Buftea

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Translation and adaptation:

La salud es algo muy importante, pero el bien que nos causa la enfermedad es algo que ni la misma salud nos podría ofrecer. Estamos hablando de un bien espiritual.

Padre, ¿la enfermedad es siempre de provecho?

—Sí, siempre es de gran ayuda. Las enfermedades ayudan a las personas a “expiar” sus pecados, cuando no tienen virtudes. La salud es algo muy importante, pero el bien que nos causa la enfermedad es algo que ni la misma salud nos podría ofrecer. Estamos hablando de un bien espiritual. La enfermedad es, en verdad, una gran benefactora. ¡Muy, muy grande! Purifica al hombre de sus faltas y muchas veces hasta le garantiza una recompensa.

El alma del hombre es como el oro, y la enfermedad es como el fuego que lo acrisola. Recordemos que Cristo le dijo al Apóstol Pablo: “Mi poder se perfecciona en la debilidad”. Mientras más sufre el hombre por causa de la enfermedad, más se purifica y se santifica. Tan solo necesita ser paciente y aceptarla con alegría. En algunas enfermedades, basta solamente con tener un poco de paciencia.

Todo esto es permitido por Dios, para que el hombre pueda enmendar algunas faltas y darle alguna retribución.

Y es que la enfermedad del cuerpo ayuda a sanar las enfermedades espirituales. Las neutraliza con la humildad que nos provoca. Dios sopesa todo lo que pueda sernos de bien. Todo lo que Él permite, es por nuestro propio bien espiritual. Él sabe qué necesita cada uno de nosotros, y por eso es que nos manda alguna enfermedad, sea para recompensarnos, o para que paguemos por nuestros pecados.

(Traducido de: Cuviosul Paisie AghioritulCuvinte duhovnicești, Vol. IV Viața de familie, Editura Evanghelismos, București, 2003, pp. 226-227)