Palabras de espiritualidad

La higuera que Cristo maldijo

    • Foto. Silviu Cluci

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Translation and adaptation:

Para fortalecerlos más en la fe y la oración, insiste. “No sólo haríais lo de la higuera, sino que si decís a este monte: Quítate de ahí y échate al mar, así se hará”.

“Viendo una higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no encontró en ella más que hojas” (Mateo 21, 19). Otro evangelista dice: “Porque aún no era temporada de higos”. Si aún no había llegado el tiempo de los higos, ¿por qué el evangelista dice que “se acercó a ver había algo en la higuera”? La primera respuesta que podemos extraer de esto es que se trata únicamente de una suposición de los discípulos, porque aún no eran perfectos. Ciertamente, muchas veces los evangelistas transcriben lo que suponían los discípulos. Tal como ellos creyeron que Cristo se dirigió a la higuera para ver si encontraba algo, también supusieron que después la maldijo al encontrarla sin frutos.

Entonces ¿por qué la maldijo?

—Para infundir valor a los discípulos, para fortalecerlos. Hasta entonces, Cristo había hecho solamente el bien, sin castigar a nadie. Debía, eso sí, demostrar su capacidad de castigar, para que también sus discípulos y los judíos vieran que podía “secar” a quienes le crucificarían, pero que por Su indulgencia y perdón no lo hacía. No quiso demostrar su poder de castigo sobre los hombres, sino que manifestó esa fuerza maldiciendo a un árbol. No discurras, diciendo: “¿Era correcto secar la higuera, sabiendo que no era la temporada de dar frutos?”.  Decir algo semejante es una cosa impropia: mejor admira el milagro, asómbrate y glorifica a Aquel que lo realizó.

¿Entonces por qué se le dio un significado semejante al hecho de secar la higuera, de dónde viene el fundamento para hacerlo?

—Como dije antes, este acto no tiene otro significado que demostrar la fuerza de la severidad de Cristo. Porque las palabras: “No era temporada de higos” nos muestran que no se acercó al árbol porque tuviera hambre, sino para mostrarles algo a Sus discípulos. Estos se admiraron mucho ante lo sucedido, a pesar de que Cristo ya había obrado milagros más grandes. Pero, dije antes, un milagro como este era una novedad para ellos: era la primera vez que Cristo les mostraba Su fuerza de castigo. Por eso fue que no obró el milagro con otro árbol, sino con una higuera, el más húmedo de todos los árboles fructíferos, para que el prodigio fuera más visible. Y para que veas que este milagro lo obró Cristo para ellos, para instarlos a ser más valientes, observa lo que les dice después…

¿Qué les dice?

 —“Os aseguro que, si tuvierais fe y no dudarais, haríais cosas más grandes” (Mateo 21, 21). Luego, todo lo hizo por ellos, para que no temieran y no se asustaran ante los obstáculos y las tribulaciones. Así, para fortalecerlos más en la fe y la oración, les insiste. “No sólo haríais lo de la higuera, sino que si decís a este monte: Quítate de ahí y échate al mar, así se hará”.

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Omilii la Matei, traducere de Pr. D. Fecioru, în „Părinți și Scriitori Bisericești”, vol. 23, Editura Institutului Biblic și de Misiune al Bisericii Ortodoxe Române, București, 1994, pp. 770-772).

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