Palabras de espiritualidad

La lucha por alcanzar la paz en la mente

    • Foto: Catalin Acasandrei

      Foto: Catalin Acasandrei

En tanto haya en nosotros pensamientos que nos recuerden el daño que nos causaron nuestros adversarios, amigos, familiares y semejantes, no tendremos ninguna paz, ninguna tranquilidad.

Los Santos Padres sabían lo que es luchar contra uno mismo. Y decían: “Nuestra mente tiende a divagar, a perderse. Se desvía sin cesar y no hay manera de que se haga humilde, mientras no venga a ella Aquel que es el Único que puede humillarla”. Si los Santos Padres tuvieron que librar esa lucha, es que todos debemos esforzarnos también en ser buenos. Como dije, la mente del hombre no puede hacerse humilde, mientras no venga a ella Aquel que es poderoso, el Espíritu Santo, mientras el Espíritu Santo no venga a iluminar al hombre. Y, cuando esto finalmente sucede, el hombre espabila y empieza a pensar correctamente, entendiendo que los pensamientos pacíficos y serenos están llenos de amor, bondad, perdón, paz y sosiego. ¿Por qué fue que el Señor nos ordenó amar a nuestros enemigos y orar por ellos? ¡No para ellos, sino para nosotros mismos! En tanto haya en nosotros pensamientos que nos recuerden el daño que nos causaron nuestros adversarios, amigos, familiares y semejantes, no tendremos ninguna paz, ninguna tranquilidad.

¡Si el padre de familia tiene muchas cargas, procurando lo necesario para el bienestar de todos en el hogar, el pobre nunca tendrá paz! Todos los demás en la familia se sentirán perturbados también y vivirán con ese pesar. Y sentirán esa carga, aún ignorando lo que hay de por medio. ¿Hemos visto cómo nuestros propios pensamientos tienen influencia en todo? Y, naturalmente, debido a esos pensamientos nuestros muchas veces surgen distintos conflictos en las familias.

(Traducido de. Stareţul Tadei de la Mănăstirea Vitovniţa, Pace şi bucurie în Duhul Sfânt, Editura Predania, Bucureşti, 2010; p. 102-103)