Palabras de espiritualidad

La Madre del Señor recompensa la piedad para con los difuntos

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Me hallaba al borde de la parálisis. Los médicos me prescribieron un mes de descanso. Una noche, mientras estaba recostada en mi lecho, vi a la Madre del Señor aparecer a mi lado...”

Una enfermera de un hospital de Atenas le relató lo siguiente al padre Simeón el Hagiorita, quien vive en Kaliagra (Santo Monte Athos):

—Tenía una avanzada esclerosis en placas y me hallaba al borde de la parálisis. Los médicos me prescribieron un mes de descanso. Una noche, mientras estaba recostada en mi lecho, vi a la Madre del Señor aparecer a mi lado, para decirme con dulzura: “¡Levántate, que has sido sanada!”.

Me levanté y al día siguiente volví al hospital, Cuando los médicos me vieron, se quedaron atónitos. Me examinaron y concluyeron que ya no quedaba nada de aquella enfermedad.

Entonces, el padre Simeón le preguntó en dónde trabajaba, cuál era su ocupación.

—Trabajo en la morgue. A mí me toca recibir los cadáveres, que son llevados y arrojados ahí sin ninguna clase de respeto. Yo los lavo, los visto y los preparo con amor y esmero, como si fueran parte de mi familia.

—¡Por eso fue que la Madre del Señor te sanó! En el Antiguo Testamento vemos que cuando Tobías encontraba un muerto, lo vestía y lo enterraba con celo. Esta es la razón por la cual el Arcángel Rafael le dijo: “Yo te protejo”, respondió el padre.

—¡También yo siento esa protección!, respondió ella entre lágrimas.

(Traducido de. Ieromonah Eftimie Athonitul, Asceţi în lume, volumul I, traducere din limba greacă de Ieroschimonah Ştefan Nuţescu, Schitul Lacu din Sfântul Munte Athos, Editura Evanghelismos, Bucureşti, 2009, pp. 347-348)