Palabras de espiritualidad

La mayor pobreza es la ausencia de amor

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Dijo el anciano: La Oración de Jesús es el mayor bien de un monje verdadero. Para el corazón que se ha acostumbrado a ella, la falta del dulcísimo nombre de Jesús es como una herida que no le deja en paz y que siempre le duele. Lucha para obtener el hábito de la oración con la mente. Cuando la alcances, sentirás alegría incluso en medio de las aflicciones y tentaciones.

El monje debe ser sagaz y atento. Y aún cuando no enfrente tentaciones, debe repetir la oración para que el maligno tema acercársele. La oración es una piedra arrojada al maligno. Le da miedo y piensa: “Mejor me quedo inmóvil, para no recibir otra pedrada” y no se acerca. Puede que algunas veces no entendamos las oraciones que hacemos, pero el maligno sí que las entiende.

El monje no debe relajarse. Si lo hace, el maligno lo sacudirá permanentemente. Con la gracia de Dios, el monje debe mantener su mente en la Santísima Trinidad, en Cristo, en la Virgen y en los santos, para que también ellos se alegren de ese estado.

Dijo el anciano: "El portal de la perdición, para el monje, es condenar a su semejante."

El maligno nos pone a hacer cosas que no son necesarias, sólo para alejarnos de la oración.

Dijo el anciano: "No confíen en los esfuerzos y virtudes juveniles, porque se asemejan al mosto que hierve y nadie sabe si se convertirá en buen vino o en vinagre."

Dijo el anciano: "Cuando el anciano le da una orden a su discípulo, ni el mismo Patriarca puede anularla."

Dijo el anciano: "La Oración de Jesús es el mayor bien de un monje verdadero. Para el corazón que se ha acostumbrado a ella, la falta del dulcísimo nombre de Jesús es como una herida que no le deja en paz y que siempre le duele. Lucha para obtener el hábito de la oración con la mente. Cuando la alcances, sentirás alegría incluso en medio de las aflicciones y tentaciones."

La mayor pobreza es la ausencia de amor y nadie es pobre si tiene a Dios.

No juntes muchas cosas y no te intereses por las novedades.

El arrepentimiento no siente ira y condena.

El lecho de sufrimiento es una mina de oro.

Nunca te alejes de tu regla de oraciones. Es un escudo que protege al monje.

Los trabajos manuales son una bendición. Son un arroyo que gotea y que no te deja pasar sed.

Dijo el anciano: "La oración de la mente es el suspiro secreto del Santo Monte (Athos)."

Dijo el anciano: "Buenos y santos son los cantos y oficios litúrgicos, con significados santificados, pero la oración del corazón es algo aún más elevado. Sucede a veces con los cantos, que no puedes entender sus significados... y esto es igual a despreciar a Dios. Es como si le hablaras a Dios, pero no estuvieras atento a lo que Él dice, como si no le dieras importancia a la conversación. Y esto es grave."