Palabras de espiritualidad

La pureza de la virginidad

    • Foto: Oana Nechifor

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Para que sea agradable a Dios, la virginidad debe ser pura y libre de cualquier mancha.

Para que sea agradable a Dios, la virginidad debe ser pura y libre de cualquier mancha. Si para el matrimonio cristiano es necesario el refulgor de la pureza, ¡cuánto más lo es en la virginidad! En ella debe arder incesantemente el fuego de la inocencia, para que sea auténtica. La castidad puede ser tanto exterior, como interior, pero sólo esta última tiene valor frente a Dios. La virginidad exterior — consistente en abstenerse de cometer algún pecado lujurioso con el cuerpo— no le es provechosa al cristiano, cuando vive con el permanente y silencioso deseo de pecar. El que desee alcanzar la virginidad interior, debe limpiar constantemente su corazón de todos esos deseos viciosos a los que los demonios le incitan, arrepintiéndose asiduamente y limpiando con lágrimas las manchas con las que la lujuria le haya oscurecido el alma. Por lo tanto, la castidad debe perfeccionarse interiormente, con el verdadero amor de Dios, con la bendita devoción por el esfuerzo y a través de una permamente pureza espiritual y la esperanza en una vida semejante a la de los ángeles.

(Traducido de: Arhimandrit Serafim Alexiev, Curăția-tâlcuire la Rugăciunea Sfântului Efrem Sirul, Editura Sofia, București, 2007, pp.26-28)

 

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