Palabras de espiritualidad

La razón de invocar la misericordia de Dios para nuestros difuntos

    • Foto: Bogdan Zamfirescu

      Foto: Bogdan Zamfirescu

No hay una sola persona que no deba pasar por la muerte. Hoy se fue él, mañana seguramente me iré yo. No existe el “quizás yo no muera”.

Una angustiada mujer vino a buscarme para preguntarme qué es lo que correponde hacer, ya que us esposo falleció repentinamente, sin haberse preparado por medio de la Santa Confesión y la Comunión. Y me pregunta qué puede hacer para ayudar a la salvación del alma de su esposo. Bien, dejemos todo a la Providencia Divina, porque nada ocurre por casualidad. Dios se llevó a su esposo, que Él lo perdone. ¿Cómo lo puede ayudar ella? Con sus santas oraciones, pidiendo por él en la Divina Liturgia y en los oficios que se hacen en memoria de nuestros difuntos, para que Dios se apiade de esa alma y la libre del infierno, si es que fue enviada allí.

La Santa Escritura nos dice que nuestras oraciones, tanto a nivel personal como en el marco de la Divina Liturgia y los demás oficios destinados a ese fin, pueden hacer que Dios se apiade del alma del difunto. Por eso, lo importante es no perder la esperanza y evitar contrariarnos o reprocharle a Dios que se haya llevado a nuestro ser querido. ¡Si Dios dispuso llevárselo, no nos queda más que aceptarlo! No hay una sola persona que no deba pasar por la muerte. Hoy se fue él, mañana seguramente me iré yo. No existe el “quizás yo no muera”. ¿Es posible que el hombre no muera? ¡Definitivamente, no! Por eso, dejemos todo en manos de Dios y pidámosle que se apiade tanto de nosotros como de aquel que hoy partió a la eternidad sin haberse preparado para ello.

(Traducido de: Starețul Dionisie – Duhovnicul de la Sfântul Munte Athos, Editura Prodromos, 2009, p. 50)