Palabras de espiritualidad

La simbología de la unción con el aceite

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

La unción del catecúmeno o del candidato al Bautismo con el aceite del regocijo es interpretada de distintas formas por los estudiosos del culto.

El aceite bendito, con el cual el sacerdote unge las partes principales del cuerpo antes del Bautismo (unción pre-bautismal), se llama también “aceite de regocijo”, “aceite de los catecúmenos” o “aceite de la salvación”. Es un aceite que se bendice sea en aquel momento, con las oraciones establecidas específicamente para ello, sea antes de dicha ceremonia. Un poco de ese aceite se vierte en el agua bautismal: unas cuantas gotas en forma de cruz, porque este aceite bendito es el símbolo visible del don del Espíritu Santo, que desciende sobre el agua al ser santificada. Antiguamente se vertía también un poco del Santo Óleo (Crisma), que no solamente representa, sino que también contiene el don y la fuerza del Espíritu Santo.

La unción del catecúmeno o del candidato al Bautismo con el aceite del regocijo es interpretada de distintas formas por los estudiosos del culto. Así, según algunos de ellos, al provenir del olivo, la unción con este aceite es un símbolo de la misericordia y la bondad divinas, por las cuales el catecúmeno es salvado del diluvio de los pecados, tal como el racimo de olivo, llevado al arca de Noé por una paloma, fue el símbolo de la reconciliación con Dios y de que el diluvio había terminado. Ciertamente. el agua del diluvio fue como una muestra, un adelanto de lo que sería la del Bautismo, y aquella paloma lo fue del Espíritu Santo.

De acuerdo a otros teólogos, esta unción es el símbolo del sacerdocio universal (espiritual) del que nos habla el Santo Apóstol Pedro y que se otorga a todos los cristianos por medio del Bautismo; nos recuerda, así, la unción con la cual eran consagrados en la Antigua Ley los jerarcas, los reyes y los profetas, en su calidad de personas o vasijas elegidas por la voluntad del Señor, y con la cual fue ungido también nuestro Señor, llamada a menudo la “Unción del Señor”. Él nos hace partícipes de esta unción también a nosotros, porque nuestro mismo nombre de “cristianos” viene del término griego Khristos (Χριστός), que significa “ungido”.

Hay otros que dicen que esta unción imita la de los altetas en las arenas de la antigüedad, llamando simbólicamente al bautizado a que entre en la santa lucha, bajo el mando de Cristo cual comandante.

Finalmente, en opinión de otros, la unción con el aceite de los catecúmenos simboliza las esencias con las que fuera ungido el cuerpo del Señor antes de ser sepultado, porque el catecúmeno será sepultado, por medio del Bautismo, junto a Cristo, y después resucitará con Él (es por eso que antiguamente la unción se hacía en todo el cuerpo; en el caso de las mujeres, lo hacían las diaconisas, luego de que el obispo les ungiera solamente la coronilla).

(Traducido de: Părintele Ene BranisteLiturgica specială, EIBMBOR, pp. 414-415)