Palabras de espiritualidad

La vida familiar exige una gran capacidad de adaptación a los cambios

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Una de las cualidades más preciosas en la vida de familia es la flexibilidad de mente, la capacidad de crear. Las parejas que poseen este atributo podrán superar, con éxito, todas las etapas de su vida.

La familia es un organismo vivo y en él toman lugar, siempre, distintos cambios. Se trata de un proceso inevitable: maduramos, envejecemos, nuestros hijos nacen, crecen y se hacen adultos, junto a innumerables acontecimientos importantes. La vida familiar consta de distintos períodos y cada uno de ellos empuja nuestra vida al cambio interior y exterior.

La relación entre esposos cambia también, no es estática: o se desarrolla positivamente, o se deteriora, cuando los esposos demuestran que no están preparados para los cambios en su vida. Los matrimonios están simplemente obligados a inventar y a adaptarse a esas modificaciones. Si los esposos no quieren cambiarse a sí mismos y su actitud frente a la situación que enfrentan, entonces su matrimonio no durará mucho.

Elena Arhipova, psicóloga familiar, escribe:

“A menudo vemos chicas que después de casarse no desean asumir su rol de esposas, que desean que todo sea igual que antes, sin ninguna responsabilidad. También vemos chicos que, después de que viene al mundo el primer hijo, en lugar de asumir su responsabilidad, ¡tratan de refugiarse en su distentido pasado lleno de gustos y distracciones al lado de los amigos!

¡Cuán frecuentemente sucede que los padres de adolescentes, esforzándose en mantener el estilo de vida que llevaban cuando sus hijos eran pequeños, se resisten a aceptar que sus retoños ya son grandes!

Precisamente esta es la contradicción fundamental de la vida familiar: el rechazo a avanzar, el temor a perder las cosas buenas del pasado (porque... ¡cuánto tiempo se ha invertido en ellas! ¿no?), el deseo de alcanzar un determinado estado ideal de familia y “congelarlo”, prolongándolo para siempre.

En lugar de cambiar ellos mismos, de acuerdo al momento y a la situación que viven, castigan con severidad a quien se esfuerce en introducir cambios. Los padres no entienden que ya no pueden interaccionar de la misma manera con sus hijos adolescentes, como lo hacían antes: ellos piden cambios, mientras los padres consideran ese llamado una desobediencia y responden con medidas punitivas.

Una de las cualidades más preciosas en la vida de familia es la flexibilidad de mente, la capacidad de crear. Las parejas que poseen este atributo podrán superar, con éxito, todas las etapas de su vida.”

(Traducido de: Pr. Pavel Gumerov, Conflictele familiale: prevenire și rezolvare, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2013, pp. 148-150)