Palabras de espiritualidad

Las oraciones de un stárets para conocer la voluntad de Dios

    • Foto. Silviu Cluci

      Foto. Silviu Cluci

Translation and adaptation:

Cuando alguien le preguntaba cuál era la voluntad de Dios, o le pedía que orara para conocerla, él respondía: “Hijos míos, yo voy a pedirle a Dios que los ilumine, para que ustedes mismos elijan el camino por el cual habrán de salvarse y glorificarlo a Él”.

Buscando conocer algo de los excelsos pensamientos y estados gratíficos del stárets Efrén de Katunakia, un joven peregrino le preguntó:

—Padre ¿qué podemos hacer para salvarnos?

—Confesión y Comunión —respondió el stárets—, y todo lo demás vendrá por añadidura.

El joven se quedó sorprendido por la sencillez de la respuesta.

Más tarde, conversando en privado, el joven le contó al stárets que tenía la intención de hacerse monje, pero no sabía qué elegir, si vivir en un cenobio o retirarse a la soledad como anacoreta. Entusiasmado por la luminosa presencia del stárets y por su vida virtuosa, de la cual había oído hablar mucho, el muchacho hubiera querido preguntarle si en el futuro lo podría recibir como discípulo. Quería saber qué pensaba el anciano, porque alguien le había dicho que no aceptaba discípulos. Sin embargo, guardaba una pequeña esperanza, porque también otra persona le había asegurado: “Primero en el monasterio y, cuando ya has madurado, puedes retirarte a vivir en soledad”.

Entonces, el stárets le respondió directamente:

—Escucha, hijo mío. ¿A qué santo eres devoto?

—A San Nectario.

—Bien, ora entonces: “Santo de Dios, no sé cuál de estos dos caminos es el adecuado para mí. Ilumíname para elegir el correcto, porque tú como santo sabes cuál es”.

–—Pero ¿cómo podré saber cuál es la voluntad de Dios y la del santo?

—Lo sabrás, según la paz espiritual que experimentes. ¡Y ahí es a donde debes dirigirte!

—¿Y si aun así me equivoco?

—No te preocupes. El santo al que ores te dará un “empujoncito” para que tomes el mejor camino.

El joven se quedo asombrado. Creía que la voluntad de Dios, en relación con su vida personal, debía revelársela alguien más. Sin embargo, el stárets tenía una enorme nobleza espiritual, porque respetaba la libre elección de cada quien. Algunas veces, con un tono de voz alegre, medio en broma, pero fijando su produnda mirada en la persona que tenía enfrente, le decía. “¿Eres de los nuestros o de los enemigos?” (Josué 5, 13), como queriendo decir: “¿Sientes el llamado para la vida monástica o no?”. Y así dejaba que cada quien se examinara a sí mismo.

Cuando alguien no sabía si elegir la vida monástica o la del mundo, el stárets lo enviaba a visitar el ícono de la Madre del Señor “del Pronto Auxilio”, del Monasterio Dochiariou, para orar ante él y pedirle a la Virgen María que lo iluminara para elegir lo mejor. Siendo un ejemplo vivo del monaquismo más virtuoso, el padre Efrén, con sus palabras y sus actos supo multiplicar la Gracia y demostrar cuán excelsa puede llegar a ser la vida del monje, eso sí, sin forzar jamás a nadie a elegir una u otra cosa.

Cuando alguien le preguntaba cuál era la voluntad de Dios, o le pedía que orara para conocerla, él respondía: “Hijos míos, yo voy a pedirle a Dios que los ilumine, para que ustedes mismos elijan el camino por el cual habrán de salvarse y glorificarlo a Él”. Si se le insistía en que revelara la voluntad divina, él permanecía firme en su postura. Por el contrario, decía con cierta tozudez: “Aunque Dios me diera a conocer Su voluntad, no se las diría, porque, si se las digo, el enemigo empezará a poner obstáculos para que no puedan realizarla, y así el pecado será aún mayor”.

(Traducido de: Ieromonahul Iosif Agioritul, Stareţul Efrem Katunakiotul, traducere de Ieroschim. Ştefan Nuţescu, Schitul Lacu-Sfântul Munte Athos, Editura Evanghelismos, Bucureşti, 2004, pp. 99-100)