Palabras de espiritualidad

Las tentaciones nos foguean en la lucha espiritual

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Sin tentaciones, nadie ha alcanzado la perfección. En esta fase, cuando la gracia de Dios se vuelve, muchos han caído en el engaño. Pero esto tiene lugar para foguearnos en la lucha, porque no siempre seremos niños. Y es que el Señor quiere que nos hagamos verdaderos hombres y valerosos soldados, capaces de guardar Su riqueza.

“Viendo todas estas bondades, el niño, quien carece del conocimiento suficiente para discernir la Providencia de Dios —ya que hasta hoy se ha alimentado tan sólo con leche y aún no es capaz de distinguir la luz de la oscuridad, mientras que sus actos se entremezclan con errores—, empieza a pensar que sólo los problemas y aflicciones que enfrenta es lo que tiene Dios para él. El maligno le inocula su veneno, como lo hiciera con Eva. Y entonces el niño abre los oídos. Todo esto sucede de acuerdo a las disposiciones divinas, para enseñarnos la humildad. El astuto viene y le dice: “¿Has visto cómo actualmente todos dicen que Dios ya no otorga Su gracia? ¿Lo ves? Y porque muchos no quieren esforzarse, obstaculizan a los otros, diciéndoles que se debilitarán y caerán”.

Estas y muchas otras cosas más le enseña el viejo maligno y la víctima, ignorando la trampa que se teje a su alrededor y debido a su falta de experiencia en la lucha, se deja engañar, aceptando la mentira en vez de la verdad. Y esto sucede, así como dije antes, por disposición de Dios, para hacerle crecer en inteligencia, para que deje de ser un chiquillo.

Sin embargo, cuando logre escapar de esa telaraña de pensamientos y conozca su debilidad, se verá a sí mismo peor que cualquier reptil. Y desearía, de ser posible, introducir a todo el mundo en su corazón, para conocer la gracia y así salvarse, aún adhiriéndose a la gracia de Dios. Y después de intentar esto, es decir, al reconocer que uno no puede salvar a los otros, se quedará en paz y le pedirá a Dios que los salve a todos.

Todas estas tentaciones, todas estas tormentas y naufragios, todos estos temores y enormes pruebas, todo lo sufre por no tener un mentor que le aconseje y lo guíe. Y esta carencia de un consejero práctico, hace que sean poquísimos los que encuentren el camino preciso que lleva a Dios y a la vida eterna.

Y debido a esa misma carencia, es fácil caer en el engaño. Porque es absolutamente necesario que la gracia de Dios, después de que el esforzado principiante la ha gustado, se retire para entrenarlo y hacer de él un experimentado soldado de Cristo. Sin tentaciones, nadie ha alcanzado la perfección. En esta fase, cuando la gracia de Dios se vuelve, muchos han caído en el engaño. Pero esto tiene lugar para foguearnos en la lucha, porque no siempre seremos niños. Y es que el Señor quiere que nos hagamos verdaderos hombres y valerosos soldados, capaces de guardar Su riqueza. Para esto permite que seamos tentados."

( Traducido de: Arhimandritul Efrem Filotheitul, Starețul meu Iosif Isihastul, traducere de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, Editura Evanghelismos, București, 2010, pp. 193-194)