Palabras de espiritualidad

Las tentaciones son oportunidades, si sabemos aprovecharlas

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

No olvides nunca, amigo, que cualquier disgusto o tentación que debas enfrentar en tu camino, debe ser recibido como si se tratara de una prueba que tienes que superar, como si fueran señales de que te has alejado de Dios. Este punto es complicado para muchos cristianos, quienes caen en la desesperanza, al notarse lejos de Él.

Las tentaciones son provechosas para nosotros, si sabemos utilizarlas. Ellas nos prueban, nos purifican e iluminan nuestra alma, demostrándonos cuán fuerte es nuestra fe. Por eso, no debemos caer enla desesperanza cuando ellas aparezcan: al contrario, debemos luchar valientemente y, principalmente, no permitirnos pensar “¡Soy mejor que los demás!”. Al contrario, tenemos que esforzarnos, hasta sudar sangre, para que nuestro pensamiento sea: “Soy el peor de todos” y perseverar en encontrar en nosotros mismos lo que pueda certificar esa afirmación.

Sólo esto: no olvides nunca, amigo, que cualquier disgusto o tentación que debas enfrentar en tu camino, debe ser recibido como si se tratara de una prueba que tienes que superar, como si fueran señales de que te has alejado de Dios. Este punto es complicado para muchos cristianos, quienes caen en la desesperanza, al notarse lejos de Él.

La tentación es un camino que nos lleva al conocimiento de Dios. Las aflicciones, los problemas y las tentaciones —de todo tipo— nos estrujan el alma, sí. Pero Cristo, consolando a los que sufren, dice: "Pues a mí se acogió, lo libraré, lo protegeré, pues mi Nombre conoció. Si me invoca, yo le responderé, y en la angustia estaré junto a él, lo salvaré, le rendiré honores. Alargaré sus días como lo desea y haré que pueda ver mi salvación". (Salmo 90, 14-16).

En las tentaciones comprobamos que nadie más que nuestro Señor y Su Purísima Madre pueden consolarnos, sanarnos, ayudarnos y enriquecernos en la pobreza, librarnos de la muerte. Comprobamos, también, que Él es la única fuente de nuestra vida, de nuestra salvación, de nuestra felicidad y que por eso estamos obligados a alegrarnos en medio de las penas y las tentaciones, sin caer en la desesperanza y en la acedia. (Esquema-egúmeno Sava)

(Traducido de: Cum să biruim mândria, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2010, pp. 20-21)