Palabras de espiritualidad

Las tentaciones y las pruebas: “escuela de vida” para cada uno de nosotros

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

El Piadosísimo Dios interrumpe la Gracia del hombre, para que éste se le acerque más y para que permanezca junto a la fuente de todo beneficio. Dios cumple rápido con algunas de nuestras peticiones, ésas indispensables para nuestra salvación; las otras, no.

Mientras más se acerca el hombre a Dios con la oración, más se le acerca Éste por medio de la Gracia, dejándosela debido a su oración. Porque el hombre, como la viuda, incesantemente clama al juez para que le haga justicia y le proteja. Esta es la razón por la cual el Piadosísimo Dios interrumpe la Gracia del hombre, para que éste se le acerque más y para que permanezca junto a la fuente de todo beneficio. Dios cumple rápido con algunas de nuestras peticiones, ésas indispensables para nuestra salvación; las otras, no.

En algunas circunstancias Dios extingue el fuego del enemigo en el hombre; en otras, permite que éste sea tentado, para que se le acerque más, así como dije antes, y para que se acostumbre a sobrepasar las tentaciones. Porque el justo que ignora su debilidad, anda con la espada desenvainada y no se encuentra lejos del abismo y del terrible león, es decir, del demonio del orgullo. Y otra vez, el que no conoce su debilidad es porque le falta humildad. Y al que le falta humildad, lejos está de la perfección. Y el imperfecto es temeroso, porque su fortaleza no tiene cimientos de hierro, ni portal hecho del cobre de la humildad.

Y es que la humildad no puede obternerse si no es a través de sus medios, que estrujan el corazón y destruyen los pensamientos vanos. Por eso, muchas veces el enemigo encuentra cómo desviar al hombre de su camino. Porque sin humildad es imposible perfeccionarse. Y el sello del espíritu no se imprime en una acta de libertad, sino que el hombre sigue siendo siervo, esforzándose siempre en el trabajo, aún sea por miedo. Porque las obras no son correctas si no se hacen con humildad, y nadie aprende sin atravesar tentaciones, y sin enseñanza (paideia) nadie alcanza la humildad.

Esta es la razón por qué Dios permite que los santos alcancen la humildad y la compunción de corazón por medio de la oración sufriente, para que los que Lo aman se le acerquen, a través de la humildad. Muchas veces los asusta con las pasiones naturales, haciéndoles que tropiecen con pensamientos vergonzosos e impuros, y otras veces los deja ser despreciados, insultados y perseguidos por los demás. Algunas otras veces los aterra con enfermedades y con las debilidades del cuerpo. Otras veces, con la pobreza y con la carencia de lo necesario. Y otras veces, con los dolores del miedo más terrible, con el abandono, con la lucha frontal en contra de los demonios y otras veces con situaciones igualmente espantosas.

Y todo esto tiene como objetivo hacer humildes a los hombres, para que no caigan en la dejadez. Y si se trata de alguna enfermedad, tiene como propósito despertar en el hombre la meditación en la vida que ha de venir. Y así, queriéndolo o no, las personas obtienen beneficio de las tentaciones.

(Traducido de: Sfântul Isaac SirulCuvinte despre nevoință, Editura Bunavestire, Bacău, 1997, pp. 104-105)