Palabras de espiritualidad

Los estados espirituales se suceden unos a otros

    • Foto: Benedict Both

      Foto: Benedict Both

Si a los temerosos de Dios les faltaran las pruebas y las tentaciones, algunos de nosotros terminaríamos cayendo en el orgullo más diabólico; otros caerían en un desenfreno peor que el de Sodoma, y otros se abalanzarían a la oscuridad de la incredulidad y la impiedad.

Tal como la noche sigue al día, el invierno al verano y la primavera al invierno, también un estado espiritual sigue a otro. Hoy, por ejemplo, puedes hallarte en un estado óptimo, en lo que respecta a la pureza de tus pensamientos, y tu alma se siente llena de júbilo, como un delfín en las serenas aguas del mar. Todo está en paz y crees que así será para siempre.

Pero el camino trazado por la sabiduría de Dios no cambia su curso. Y, atención, en un rincón puede haber unas nubecitas, unas simples ideas negativas que se alzan sobre el horizonte, acumulándose en el cielo de la mente. Al poco tiempo empieza a azotar el viento; después, siguen los truenos; el mar se agita y empieza una terrible tormenta de pensamientos. Así, un estado de pensamientos amargos sigue a la pureza, y distintas formas de agitación siguen a la calma.

Si a los temerosos de Dios les faltaran las pruebas y las tentaciones, algunos de nosotros terminaríamos cayendo en el orgullo más diabólico; otros caerían en un desenfreno peor que el de Sodoma, y otros se abalanzarían a la oscuridad de la incredulidad y la impiedad. En consecuencia, gracias a las tribulaciones tenemos obtenemos esta pequeña piedad, así como la esperanza de la salvación.

(Traducido de: Comori duhovnicești din Sfântul Munte Athos – Culese din scrisorile și omiliile Avvei Efrem, Editura Bunavestire, 2001, pp. 238-239)