Palabras de espiritualidad

Los juguetes y su influencia en la conducta del niño

    • Foto: Stefan Cojocariu

      Foto: Stefan Cojocariu

Si el niño juega con agresividad, groseramente y con crueldad, ese comportamiento anómalo se trasladará, inevitablemente, a la realidad.

Los juguetes influyen fuertemente en la mente y personalidad del niño. Para éste, el juguete es una cosa viva y real. Y la atracción por el juguete hace que el niño se identifique con él, con sus características y con la esencia que encierra.

Es muy peligroso si esto sucede con algún “héroe” negativo de juguete. El riesgo consiste en el simple hecho que todo lo que el niño ejecuta, al jugar, se refleja posteriormente en la vida real. Así, si el nilo se comporta con humanidad, misericordia y cuidado cuando juega, significa que tiene en mente un modelo correcto de lo que debe hacer. Si, al contrario, el niño juega con agresividad, groseramente y con crueldad, ese comportamiento anómalo se trasladará, inevitablemente, a la realidad.

El juguete “programa” el comportamiento del niño. Por eso, es muy importante entender la forma en que éste acciona, qué clase de “programa” tiene. En el mundo existen tanto el bien como el mal, lo ideal y su contrario, de tal forma que hay juguetes que más bien son “anti-juguetes”. Los monstruos de plástico, tan apreciados por muchos niños, tienen un poder destructivo. Pueden provocar disfunciones en la psique del niño. Los especialistas consideran que el juguete transmite cierta información al niño, lo mismo que los diarios o el internet al adulto.

En los almacenes hay cientos de cajas con “tortugas ninja”, robots que se transforman y muñecos de tipo Batman o Súperman. Estos “héroes” provocan fantasías agresivas en el niño, que luego serán trasladas a la realidad ante los más débiles, trátese de otros niños o de algún animal.

(Traducido de: Dr. Dimitri Avdeev, Ioana Besedina, Femeia și problemele ei: perspectiva psihiatrului ortodox, traducere din limba rusă de Eugeniu Rigoti și Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2011, pp. 104-105)